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Tatiana Espinosa, la cuidadora del bosque amazónico

REDACCIÓN CONTENTLAB

May 13, 2019

Tatiana Espinosa tuvo que esperar hasta los 10 años para sentir una de las sensaciones más maravillosas de su vida: la lluvia de Huancabamba. Décadas después, su fascinación por la naturaleza la ha convertido en la primera latinoamericana en ser reconocida con el Jane Goodall Hope and Inspiration Ranger Award, dedicado a quienes se han convertido en una inspiración por su ardua tarea por proteger áreas naturales y especies amenazadas.

Desde hace casi 10 años, Tatiana, a través de su ONG Arbio Perú, cuida 916 hectáreas de bosque amazónico de la región Madre de Dios, una área del tamaño aproximado del distrito de Miraflores. De este modo promueve la vida de los ecosistemas terrestres, Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) número 15.

“Esto es para el beneficio de toda la humanidad, se trata de la supervivencia planetaria”, explica Tatiana desde Puerto Maldonado, a donde llegó en 2003 como ingeniera forestal de la organización conservacionista WWF, donde trabajó como encargada de estudiar el proceso de concesiones que empezaban a afectar la amazonía peruana.

ESPECIES AMENAZADAS
Las palabras de Tatiana no son una exageración. El último informe de la Plataforma Intergubernamental sobre la Biodiversidad y los Servicios Ecosistémicos (IPBES) -uno de los más amplios realizados a escala mundial, según el diario El País- ha calificado de un “declive sin precedentes” en la historia de la humanidad la constatación de un millón de especies animales y vegetales amenazados de extinción que podrían desaparecer en unas cuantas décadas. Se trata de “una amenaza directa para el bienestar humano en todas las regiones del mundo”, ha indicado el informe.

El trabajo de Tatiana forma parte, justamente, de las “medidas efectivas, urgentes y decisivas” que reclama IPBES de los Estados y la ciudadanía.

UN COMPROMISO POR EL PLANETA
La destrucción ambiental que empezó a ocasionar la carretera interoceánica motivó a Tatiana, en el año 2006, a asumir un gran compromiso para evitar que esta zona, ubicada en la cuenca del río Las Piedras a 25 kilómetros de la carretera (donde abunda la diversidad vegetal y animal) se convirtiera en una zona de monocultivos. Para ello, la ingeniera forestal se comprometió a cuidar el lugar por 40 años.

“En Brasil, la construcción de la carretera degradó hasta 50 kilómetros de las áreas aledañas por lo que sabía que en 10 o 20 años este bosque desaparecería”, explica Tatiana.

Por ello, desde el 2010 ha instaurado una presencia permanente para patrullar siete kilómetros de río y 14 de trocha dos o tres veces por semana, ya que es la única forma de evitar la tala ilegal del shihuahuaco y el avance de la frontera agrícola, que son las principales amenazas.

No es casualidad que el documento de la IPBES haya catalogado el cambio de los usos de la tierra (el 75%) y el mar (el 66%) como el principal factor que afecta al planeta.

LA FLORA Y FAUNA
Tatiana sabe que para darle valor a un área o ecosistema es necesario conocerlo de verdad. “¿Cómo hago para que la gente entienda el valor de este bosque? Lo primero es estudiarlo. Por eso sabemos que ahorita es ya un refugio de árboles centenarios y milenarios y un refugio de fauna silvestre porque es la única zona donde no los cazan”.

El reconocimiento del lugar le ha permitido determinar que cerca del 70% de los shihuahuacos que están bajo su cuidado tienen más de 500 años de vida y que otro porcentaje menor puede sobrepasar los mil años. Se trata además, de árboles que pueden acumular hasta 40 toneladas de carbono, un tercio de lo que, calcula, usualmente acumula toda una hectárea de bosque.

“Ahora hay una gran tendencia por plantar árboles, pero es más crucial proteger los árboles que aún existen”, aclara Tatiana. “Son muy buenas las acciones para sembrar árboles, pero no hay que perder de vista qué sucede con los bosques naturales que ya son hábitat de fauna silvestre, que ya acumulan carbono, que ya son un motor de lluvias para el mundo”.

Para ampliar el cuidado de estas áreas, Arbio Perú ha puesto a disposición la concesión de árboles o hectáreas por un monto anual que permite a la organización encargarse de la zona a nombre del contribuyente, quien contará con reportes constantes del trabajo realizado y la posibilidad de visitar el área y aprender los mecanismos de conservación natural.

“Muchos no saben cómo actuar y sienten impotencia. No es necesario que vengan y se me amarren a los árboles, porque hay gente que ya estamos haciendo eso”, se ríe. “Arbio ha nacido para dar la oportunidad a todas las personas que ya saben que algo está sucediendo de participar de este cambio y cuidado necesario”, finaliza.

 

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Fotos: Gianella Espinosa.

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