Largas filas para conseguir oxígeno y publicaciones por redes sociales en busca de camas UCl son evidencia de cómo la pandemia por la COVID-19 ha desencadenado la mayor crisis sanitaria en la historia moderna del Perú. Sumado a esto, el país enfrenta una severa crisis económica, que se refleja en la contracción del Producto Bruto Interno (PBI) de -12% durante el 2020, según el Banco Mundial y el Banco Central de Reserva.

Como consecuencia, los niveles de pobreza y desigualdad se han incrementado. De acuerdo con INEI, se estima que el año pasado la pobreza monetaria aumentó a 30.3%. Aproximadamente, 3.3 millones de peruanos y peruanas cayeron en pobreza producto de la pandemia.

Ante esta nueva realidad, la revisión de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en busca de una estrategia que ayude a reencauzar al Perú hacia el cumplimiento de la Agenda 2030 es más que necesaria. El ODS 17 “Alianza para lograr los objetivos” ilumina un poco los pasos a seguir en esta coyuntura. Sobre todo si hablamos de pactos a nivel local y nacional, que durante esta pandemia han ayudado a contrarrestar la crisis en alguna medida.

Desde la sociedad civil, por ejemplo, se activó la creación de ollas comunes, que solo en Lima han ascendido a 1.300 según la Municipalidad Metropolitana. Además, tanto la ciudadanía como el Estado articularon plataformas de voluntariado (PerúTeQuiero, Voluntarios del Bicentenario, entre otros) que durante los primeros meses de la pandemia beneficiaron a más de 97 mil personas, según lo calculado por el Programa Nacional PAÍS. 

Ante la crisis por déficit de oxígeno, por su parte, iglesias, empresas, organismos no gubernamentales y personas naturales se unieron para implementar plantas de oxígeno en distintas regiones del país. La academia y las empresas hicieron lo suyo en el sector tecnología de la salud y fabricaron ventiladores mecánicos MASI e incluso desarrollaron pruebas rápidas moleculares.

En todos estos casos, se puede apreciar cómo cada actor social cuenta con las capacidades para realizar y viabilizar acciones con impacto positivo. El sector privado no está exento de esta aptitud de cooperación. Gracias al establecimiento de alianzas, puede aportar mucho a través de los mecanismos de obras por impuestos (OxI), el escalamiento de experiencias empresariales a programas estatales o políticas públicas, la vinculación con el ecosistema del emprendimiento social, el financiamiento a proyectos de ciencia y tecnología en salud y educación, entre otros.

El Perú ahora mismo se enfrenta a retos muy grandes: vacunar a más de 20 millones de personas y frenar el incremento de la pobreza. Para ello, es preciso que todas las instituciones del sector público reconozcan los medios y capacidades del sector privado como un activo. Por ejemplo, de cara a la campaña de vacunación, las empresas pueden ser un gran aliado en el despliegue de una logística eficaz para la distribución de vacunas.

Es hora de escuchar y fortalecer esa voluntad de crear alianzas en beneficio de todos y todas, porque las oportunidades están ahí. Los retos cada vez son mayores y no se podrá llegar a soluciones sostenibles sin un esfuerzo conjunto. Solo así lograremos que la pandemia y cualquier situación difícil deje de ser una amenaza y una limitante para el logro de nuestros objetivos hacia el 2030. Desde ISA REP, somos fieles creyentes en las alianzas y estamos comprometidos a seguir generando conexiones que inspiran en pro del desarrollo sostenible de nuestro país.

Escribe Milagros Cornejo, Especialista de Sostenibilidad en ISA REP.