En el Perú, un caso digno de destacar es el proyecto en la Reserva Biósfera de Oxapampa Asháninka-Yanesha, un punto importante de conservación reconocido por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco). Es impulsado desde 2014 por el Instituto del Bien Común y Coca Cola -que utiliza grandes cantidades de agua para sus productos-, con el objetivo de contribuir al mantenimiento de los caudales de los ríos y la calidad del agua, a través de la conservación, restauración y vegetación del bosque natural.

La forma de trabajar es en conjunto: las municipalidades, el Instituto del Bien Común y los agricultores, ganaderos y comunidades nativas firman Acuerdos Recíprocos por el Agua y Acuerdos de Conservación. A través de estos documentos, se comprometen a conservar áreas de bosques que protegen cabeceras de cuenca -fundamentales para la generación de agua- y bosques ribereños, que evitan la erosión y aseguran la buena calidad del agua.

Resultados notables
Así, cada año se ha devuelto a la naturaleza más de tres millones de metros cúbicos de agua. En siete años de trabajo, se han conservado y recuperado más de 2500 hectáreas de bosques ribereños y de cabecera, y se han sembrado 86,300 árboles de especies nativas como ulcumano, diablo fuerte, nogal y anona de monte, en beneficio de la comunidad. Todo esto se consiguió a través de la capacitación de más de dos mil pobladores en temas relacionados a prácticas agropecuarias sostenibles y cuidado de bosques, así como la entrega de semillas, bebedores, viveros, entre otros, como incentivos para que los agricultores tengan sembríos seguros fuera de los bosques.

“Desde el inicio, los principales retos son el involucramiento tanto de las autoridades como de la población local: agricultores, ganaderos e indígenas”, dijo Eduardo Castro, coordinador del programa Pro Pachitea del Instituto del Bien Común, tras recibir el reconocimiento. Castro agregó que a futuro el proyecto busca seguir manteniendo el compromiso de conservar más áreas, pero advirtió la importancia de que estos proyectos prevalezcan más allá de los cambios de gobierno. “El programa tiene una perspectiva de largo plazo”, explicó.

Más allá de todos estos logros, quizás el valor más importante del proyecto es su capacidad de unir fuerzas para la conservación de los bosques. “El proyecto ha permitido que la sociedad civil de Oxapampa y Puerto Bermúdez, y las autoridades de los gobiernos locales, reconozcan el importante rol que juegan los bosques como zonas proveedoras de agua para las ciudades, poblados y comunidades. También ha logrado que estos actores se comprometan a unir esfuerzos para su conservación a través del establecimiento de zonas de protección, la firma de acuerdos de conservación y acciones de restauración de los ecosistemas boscosos”.