Toneladas de alimentos y víveres repartidos en comedores populares. Miles de insumos de protección contra el coronavirus para establecimientos de salud y fuerzas del orden. Talleres de arquitectura para emprendedores del sector comercial. Alimentos para mascotas entregados a albergues. Desarrollo de ventiladores mecánicos de bajo costo. Camionetas para el traslado de personal médico. Préstamo de equipos informáticos para que estudiantes puedan estudiar desde casa. La cantidad y variedad de las iniciativas de apoyo surgidas desde el sector privado durante la pandemia en el Perú parecen incalculables, pero no lo son.

El proyecto Perú Siempre, con el soporte de Arellano Consultoría para Crecer, se trazó el objetivo de fomentar las iniciativas solidarias, haciéndolas visibles, y así inspirar a más personas y empresas. En el camino, la plataforma se convirtió en un símbolo de la solidaridad y las buenas prácticas peruanas.

El resultado sorprendió a los mismos creadores de la plataforma: más de 550 iniciativas, un conjunto de acciones equivalentes a 600 millones de soles, y 20 millones de impactos en la vida los peruanos. En total, un aproximado de 4,5 iniciativas nuevas cada día, desde que se desató la crisis.

TRABAJO CONJUNTO
“Estas cifras nos generan un orgullo tremendo porque demuestran que, incluso en momentos complicados, los peruanos tenemos interés en ayudarnos”, explica Rolando Arellano Bahamonde, gerente general de Arellano Consultoría para Crecer y miembro del consejo directivo de la asociación Perú 2021. “Pero no sólo es un aplauso al sector privado, sino también al trabajo conjunto que se ha dado con el Estado, las Fuerzas Armadas, asociaciones intermediarias e, incluso, los ciudadanos de a pie que se han organizado para ayudar a la gente de las zonas donde viven”.

En efecto, en Perú Siempre se puede encontrar desde iniciativas como la de Diners Club, que desde abril recauda dinero para financiar comedores populares, hasta la de una pareja de esposos que, bajo su empresa Preventive Life, donó 80 mascarillas a la comisaría de Pamplona (San Juan de Lurigancho) y vendió a precio de costo (S/ 2,50) a las personas vulnerables.

Una comparación realizada por Arellano, basándose en datos de Foundation Center, grafica la solidaridad del sector privado de nuestro país: entre acciones de gran envergadura e iniciativas de pequeña escala, las empresas peruanas han aportado 4,2 veces más que las empresas norteamericanas, en relación al PBI de cada país.

TENDER PUENTES AL FUTURO
Si bien durante la crisis el sector privado fue cuestionado por escándalos como el sobrecosto de medicamentos, la posible intervención de las clínicas, los despidos de trabajadores y los cuestionamientos contundentes a las ayudas económicas recibidas por el Estado, Perú Siempre pone luz sobre el rol crucial que tiene también este sector para el desarrollo de la sociedad. “Esto vale cien veces más que esos problemas que han habido y han dado una mala imagen del sector empresarial”, asegura Arellano.

Tras la crisis inmediata y el desborde solidario, se avecinan los retos. En el análisis “Pandemia y Producción: impacto macroeconómico de COVID-19” —a cargo de Luis Palomino, Gonzalo Pastor y Bruno Seminario, del Centro de Investigación de la Universidad del Pacífico— se estima que, si bien el impacto aún es incalculable, debido a que continúa siendo incierto el final de la crisis, la desaceleración del país por la pandemia bordearía el 16% del PBI.

“Una de las lecciones principales para el futuro es que muchas de las empresas que han podido ayudar, lo han hecho porque tenían esquemas de previsión”, apunta Arellano. “Y otro punto importante es que, por más que a muchas empresas les cueste, es necesario tender puentes con el sector público, porque nada de lo que se ha hecho habría sido posible sin el apoyo logístico de tantos otros sectores”. De fortalecer estas alianzas entre el sector público y privado dependerá, en gran parte, nuestra recuperación como país.