“Amanecernos, madrugar a la chacra, soportar el frío en invierno y el sol en verano, y muy aparte de eso, volvernos multifacéticas: tenemos que correr y ganarle al tiempo para cocinar y dar de comer a nuestros hijos”, cuenta Estela Guiop, agricultora de Pachacamac, cuando le preguntan cuáles son las principales dificultades de ser una mujer agricultora en el Perú. 

El hecho de que durante la pandemia no se detuviera el suministro de alimentos frescos, inocuos y a precios accesibles en mercados en Lima y otras ciudades del país, se debe, en gran parte, al trabajo de ellas: las mujeres peruanas. Según la FAO, estas representan alrededor del 45% de la mano de obra agrícola, y, a diferencia de los hombres, cumplen una tarea central en la preservación de los sistemas alimentarios, así como en la alimentación en los hogares.

Las mujeres reinvierten hasta el 90% de sus ganancias en nutrición, alimentación, atención médica, escuela y actividades generadoras de ingresos, ayudando a romper el ciclo de la pobreza intergeneracional: son, muchas veces, el sostén económico familiar.

Con toda esta evidencia sobre la mesa, CARE Perú y PepsiCo lanzaron la campaña Ella Alimenta el Mundo, con el objetivo de impulsar el emprendimiento femenino en zonas vulnerables en Lima, Piura e Ica, aprovechando la cadena de valor de los alimentos.

“En Piura, nos enfocamos en el limón, el banano orgánico y la apicultura. En Lima, la fresa, el camote y la producción agroecológica de hortalizas de diferentes tipos. En Ica, el palto y animales menores: cerdos, cuyes, aves para huevos y patos. Hay todo un conjunto de cadenas de valor que se están impulsando”, explica Julio Nishikawa, gerente del programa de empoderamiento económico de la mujer, nutrición y seguridad alimentaria del CARE.

Ella Alimenta el Mundo fue lanzado a mediados del 2019. Hoy, Estela Guiop, la agricultora de Pachacamac, al igual que más de 3.300 productoras, ha sido entrenada en tecnologías productivas con enfoque agroecológico y habilidades empresariales. Y, al igual que en 2.100 hogares, cuenta con biohuertos y sistemas de producción familiar implementados.

EL SOPORTE A LAS MUJERES: UN EFECTO DOMINÓ

CARE se enfocó en tres pilares para lograr sus resultados: mejorar las prácticas nutricionales de mujeres gestantes y niños; fortalecer los sistemas de producción familiar y el fortalecimiento de cadenas de valor asociadas a mujeres agricultoras de pequeña escala, y de las capacidades de los actores de gobiernos locales para una mejor capacidad resolutiva.

De esta manera han logrado que las mujeres incrementen sus ingresos, produzcan cosechas más resistentes y sostenibles, y amplíen su acceso a oportunidades comerciales y de mejor nutrición para sus familias y comunidades. 

Los resultados avalan el esfuerzo: hasta ahora, son más de 177 mil mujeres alcanzadas directa e indirectamente por el proyecto en Sullana (Piura), Pachacamac (Lima), San José de los Molinos y Subtanjalla (Ica), “zonas donde se desarrolla la agricultura y existe una alta vulnerabilidad de familias y especialmente mujeres”, acota Nishikawa.

La meta: ayudar a más de 400 mil mujeres vinculadas a la agricultura. Además, proyectan continuar hasta diciembre del 2022 y, en adelante, expandirse hacia más zonas de la sierra rural con productores de papa nativa, papa industrial y granos andinos.

“Estamos casi en un 43% del proyecto”, dice Nishikawa. “Queremos que más mujeres sean titulares de procesos productivos agrícolas; que se capaciten en educación financiera y accedan a las finanzas; que mejoren su capacidad de toma de decisión en temas productivos y en las inversiones del hogar”. 

Así, ocurre el llamado efecto dominó: contribuyen con el Objetivo de Desarrollo Sostenible 12: Producción y consumo responsables, pero, además, ayudan a que más mujeres incrementen sus niveles de productividad agrícola, que se traducen en mayores ingresos económicos y, a su vez, a que menos niños y niñas sufran de anemia y desnutrición.