Planeta

Acuerdos de producción limpia: Un pacto por la sostenibilidad

REDACCIÓN CONTENTLAB

Sep 9, 2020

Construir un país más sostenible es una tarea de todos. Sin embargo, para que la ciudadanía tome conciencia de la importancia de reciclar y no contaminar el medioambiente, es fundamental el rol del Estado y del sector privado.

Por ello, desde 2016, a través de la Ley de Gestión Integral de Residuos Sólidos, el Gobierno ha buscado sumar esfuerzos con las empresas para promover la reducción y gestión responsable de los residuos en el país. Desde entonces, el Ministerio del Ambiente reconoce la importancia de la economía circular para el uso eficiente de los recursos y la valorización de los residuos para la producción y el reciclaje.

Para impulsar aún más estos esfuerzos —e ir más allá de lo que propone la ley—, el Gobierno lanzó en 2018 los Acuerdos de Producción Limpia (APL), un instrumento al que las empresas o gremios con actividades productivas, extractivas y de servicios se pueden acoger voluntariamente. El objetivo: introducir en las actividades económicas un conjunto de acciones para el uso eficiente de los materiales y minimizar la generación de los residuos sólidos.

El proceso de suscripción consiste en tres etapas. La primera es la fase de diagnóstico, en la que las empresas identifican las oportunidades de mejora y de ahorro económico que podrían conseguir con la aplicación del acuerdo. Le sigue la fase de implementación, en la que cuentan con el asesoramiento continuo del Estado, mediante una directiva que les permite facilitar el proceso y dinamizar la cadena de valor del reciclaje. Y, finalmente, la aplicación de los compromisos, metas y acciones de los APL, cuyo cumplimiento es reconocido mediante un sello.

PRIMEROS FRUTOS
Así, en 2018, Coca Cola y Arca Continental Lindley firmaron el primer APL. A través de este convenio, se comprometieron a reducir, reutilizar y reciclar los materiales de sus empaques, así como incorporar material reciclado en la fabricación de nuevos envases, con la finalidad de contribuir a la construcción de un mundo sin residuos.

El resultado: un 25% de material reciclado dentro de todos los envases del portafolio. También se incorporaron dentro de su fabricación cerca de 8 mil toneladas de plástico PET reciclado y botellas elaboradas al 100% con otras botellas recicladas, buscando así reducir el impacto ambiental del uso de plástico.

“Esas toneladas se pudieron haber ido a rellenos sanitarios, al mar o a los 1585 botaderos que hay en el Perú. Pero se reinsertó en la cadena de valorización de estos residuos”, explica César Dávila, analista de gestión residual de residuos sólidos del Ministerio del Ambiente.

Actualmente, ya son siete empresas las que han firmado el convenio —entre ellas, Natura, Backus, Pamolsa y Aceros Arequipa— y más de 30 están en proceso de suscripción.

Gracias a las normativas vigentes, las empresas están obligadas a gestionar adecuadamente sus residuos. Para ello, tienen dos opciones: valorizarlos o, en última instancia, disponerlos en rellenos sanitarios. Estas estrategias forman parte de un movimiento global que las empresas están tomando cada vez más en serio —explica Dávila—, debido a que no se trata solo de un tema ambiental, sino también económico.

“Las empresas evalúan sus flujos y pueden hallar deficiencias o externalidades que podrían mejorar y, con ello, ahorrar. Por ejemplo, si dentro de su producción se dan cuenta de que tienen una merma de un 30%, estarían derrochando muchos recursos. En cambio, a partir de un estudio de factibilidad, se pueden aprovechar el 100% de esas mermas y, así, ya no estarían gastando tantos recursos, sino ahorrando en la disposición de esos residuos”, explica.

EL VALOR DE LA CONCIENCIA CIUDADANA
Pero los APL no están enfocados solamente en los procesos de las empresas, sino también en la educación ambiental de toda la población. Desde el Ministerio del Ambiente se han establecido alianzas, por ejemplo, con la cadena de supermercados Wong, que ofrece tickets de descuento a los clientes que reciclan.

“Si las personas no separan los residuos, o no tienen una adecuada conciencia y buenos hábitos de consumo, los residuos no podrán seguir siendo revalorizados”, afirma Dávila, quien destaca que esto también forma parte de un efecto circular. Así, por ejemplo, mientras más personas dejen de consumir productos no reciclables, las empresas estarán frente a la disyuntiva de migrar hacia un modelo de economía circular —como cambiar sus empaques para que sean revalorizados— o sufrir una caída en sus ventas. La economía circular ha llegado para quedarse.

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