Conoce cuáles son los mitos y verdades sobre las mascarillas
Si hacemos caso a la información científica, la conclusión sobre las mascarillas es una sola: usarlas previene el COVID-19.
Para darse una idea de cómo las mascarillas han atravesado nuestras vidas de extremo a extremo, basta ver la variedad de información acerca de ellas. Los espacios científicos han examinado constantemente su efectividad y sus materiales más adecuados. Portales de belleza recomiendan productos para amortiguar las arrugas de la boca que, al parecer, estas aceleran. Las organizaciones ambientales alertan sobre el daño que está ocasionando su desecho incorrecto. Psicólogos estudian cómo los hombres se resisten más a usarla, porque lo ven como un símbolo de debilidad que puede afectar su virilidad. Analistas políticos y sociólogos debaten sobre los sistemas políticos y sociales que han permitido a algunos países hacerlas obligatorias y a otros solo poder recomendarlas.
Pero quizá aún más revelador sea la cantidad de mitos que se han difundido sobre su uso. Que se respira menos oxígeno y más dióxido de carbono. Que hace que respires tu mismo virus una y otra vez, agravando la enfermedad. Que provoca infecciones respiratorias. Que es símbolo de tu tendencia política de izquierda. Todo falso.
Como ha explicado Ed Yong, periodista científico de The Atlantic, existen ensayos, estudios e investigaciones para sustentar las más diversas y contradictorias posiciones sobre el uso de las mascarillas. Por ejemplo, la mascarilla puede mantenerte más seguro ante el contagio por aerosoles, pero a la vez hacer que te toques más veces la cara. O el estudio publicado por Nature Medicine que señala que las mascarillas, incluso las quirúrgicas, no bloquean necesariamente el ingreso de las partículas más pequeñas de contagio. ¿Falso? No, pero sí incompleto.
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PROTEGER AL PRÓJIMO
La raíz del problema, señala Yong, es una premisa que no llega a calar en quienes ponen por delante sus comodidades o libertades: no importa cuán incómodo o poco fiable pueda resultar a uno el uso de la mascarilla, porque ninguno de nosotros es el centro del mundo. Usar mascarilla tiene como objetivo proteger principalmente a los demás. A tu entorno y a tus seres queridos.
Es decir, la pregunta más importante sobre la mascarilla no es si te permite o no aspirar el coronavirus, sino si esta evita o no que contagies a otras personas. Y la respuesta es que sí, está comprobada su capacidad para evitar que quien la usa contagie a otros. Y, ya que puedes ser asintomático, ¿no es entonces egoísta prescindir de ella?
Sí, en un principio la Organización Mundial de la Salud dijo que solo las necesitaban las personas diagnosticadas con COVID-19 y el personal sanitario. Sin embargo, desde ese primer momento la evidencia sobre la necesidad de su uso solo ha crecido, tras demostrarse que, en espacios cerrados, ciertas partículas del virus pueden mantenerse en el aire por horas, o que los presintomáticos y los asintomáticos sí contagian.
Para entender la importancia del uso de las mascarillas, habría que mirar a los países asiáticos, donde, como explica Yong, son un símbolo de conciencia ciudadana: usarlas significa tomarse en serio el problema, reducir los estigmas asociados a la enfermedad y brindar un entorno más seguro a quienes no tienen el privilegio de quedarse en casa y deben salir a trabajar a las calles.
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