Los asintomáticos: ¿por qué son la clave para evitar una segunda ola?

¿Recuerdan cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) dijo que las personas asintomáticas eran mucho menos propensas a transmitir el coronavirus? Después de meses de vivir aterrados con la posibilidad de ser asintomáticos y estar contagiando a nuestros seres queridos sin saberlo, las posibilidades de creer en algo concreto se derrumbaron.

La confusión se aclaró algunas horas más tarde, cuando la misma organización tuvo que explicar que, en verdad, las estadísticas sobre la transmisión asintomática eran aún desconocidas y que, ante eso, la distancia física, el lavado de manos y el uso de mascarilla seguían —y siguen— siendo la clave.

Quizá uno de los principales síntomas de la pandemia del coronavirus sea la confusión que generan los casos asintomáticos. Consultada por el portal Salud con Lupa, Monica Gandhi, investigadora y médica de la Universidad de California, hizo la mejor descripción de este grupo: “los asintomáticos son el talón de Aquiles de las estrategias de control tradicionales que siempre hemos usado en salud pública”.

Si para los mismos profesionales de la salud es difícil lidiar con los casos asintomáticos, ¿qué podemos hacer el resto de los humanos? Lo cierto e indiscutible es que las personas sin síntomas sí pueden transmitir el virus, y ese virus puede hacer que una persona pierda la vida. (Y que la OMS sigue estudiando la frecuencia de este tipo de contagios, para no repetir una declaración que fue, cuanto menos, confusa y poco acertada).

EL PELIGRO DE LA AUSENCIA DE SÍNTOMAS
En China, según la agencia Deutsche Welle,  una mujer generó 71 contagios después de que usara el ascensor en su edificio. Sí, era asintomática. El problema es que su caso puede replicarse fácilmente: según la revista Annal of Internal Medicine, que entre el 40% y el 45% de las personas infectadas permanecen asintomáticas.

Si eres joven, tienes una responsabilidad muy grande para evitar una segunda ola, porque este grupo es el más propenso a no desarrollar síntomas. Mientras esperamos una vacuna, la única salida es guiarnos por las certezas científicas y protegernos usando mascarilla, lavándonos las manos, manteniendo una distancia segura y evitando lugares concurridos y espacios cerrados. Solo así podemos realmente asegurarnos de cuidarnos y cuidar a quienes más queremos.