“Desde hace 10 años venimos trabajando en la lucha contra el hambre, recuperando alimentos que han perdido su valor comercial”, dice Daniela Osores, gerente general del Banco de Alimentos Perú. En nuestro país, el 33% de los alimentos producidos se desperdicia. Con ello, podrían alimentarse más de 2 millones de peruanos, según la Food and Agriculture Organization of the United Nations (FAO), especialmente considerando que casi la mitad de la población peruana vive en inseguridad alimentaria.

A pesar de que el Perú es uno de los países líderes en agroexportación, el 47.6% de alimentos se desperdician, principalmente en la pre y post cosecha. Frutas y verduras que no cumplen con los estándares estéticos para la exportación o que están cerca de su fecha de vencimiento no encuentran mercado y terminan en la basura. Mientras tanto, miles de personas en zonas cercanas a estos campos de cultivo enfrentan la inseguridad alimentaria. 

Frente a esta problemática, Daniela Osores y su equipo iniciaron en 2021 el proyecto Rescate del Agro. Tres años después, son los ganadores del Reconocimiento Perú por los ODS -organizado por Perú Sostenible- en la categoría Planeta, con un impacto notable en el ODS 2: Hambre Cero.

“El agro nos permitió acceder a más alimentos y descentralizar la ayuda”, explica Osores. Al comenzar con los rescates en supermercados y mercados de abastos, el Banco de Alimentos se dio cuenta de que el agro podía ser una fuente importante de alimentos no solo en Lima, sino también en Ica, Trujillo y Arequipa.

Un desafío logístico
El mapeo de zonas productoras, la búsqueda de las empresas agroindustriales dispuestas a donar productos y el transporte hasta los puntos de distribución en regiones remotas es un trabajo logístico desafiante. “Es un proceso comercial, en primer lugar”, señala Osores. 

El equipo del Banco de Alimentos debe prospectar empresas, identificar campañas de cosecha y coordinar con organizaciones locales. La distancia y el alto costo de transporte dificultan la redistribución de los alimentos en regiones alejadas.

“Para nosotros es fundamental garantizar la trazabilidad del producto, desde su origen hasta que llega a las mesas de los beneficiarios”, explica. En un país tan diverso y extenso como Perú, este trabajo requiere no solo de un esfuerzo coordinado con empresas de transporte, sino también de la confianza de las organizaciones locales que reciben los alimentos. 

La trazabilidad es clave, tanto para garantizar la transparencia del proceso como para asegurar que el esfuerzo de las empresas donantes se traduzca en beneficios tangibles.

Impacto y futuro
A la fecha, Rescate del Agro ha logrado beneficiar a más de un millón de personas en situación de vulnerabilidad alimentaria, y ha prevenido la emisión de más de 179 mil toneladas de CO2. Este impacto ambiental es equivalente a la plantación de 4 mil 641 árboles adultos.

“Nuestra misión no solo es rescatar alimentos, sino también empoderar a las comunidades a través de capacitaciones en temas de manipulación de alimentos y emprendimiento”, explica Osores. Así, han logrado mejorar las capacidades de los beneficiarios, creando nuevas oportunidades económicas para ellos. 

Por ahora, el Banco de Alimentos sigue buscando ampliar su alcance, tanto en el número de alimentos rescatados como de regiones cubiertas, así como involucrar a las empresas agroindustriales de todo el país y fomentar la responsabilidad empresarial frente al desperdicio de alimentos. 

“Es una alternativa rápida y eficiente para que las empresas puedan dar salida a los productos que ya no tienen mercado, evitando que se desperdicien”, concluye. A largo plazo, la iniciativa busca promover prácticas agrícolas más sostenibles y crear conciencia sobre la importancia de reducir el desperdicio de alimentos a lo largo de toda la cadena de valor.