Hasta el último detalle: cómo las aerolíneas buscan reducir su impacto ambiental
El impacto ambiental del transporte aéreo tiene muchos factores. El principal es el producido por la quema del combustible, a través del cual se producen gases de efecto invernadero como el dióxido de carbono, clave en el aumento del calentamiento global. Según la Asociación Internacional de Transporte Aéreo, la aviación es responsable de alrededor del 2% de las emisiones mundiales de carbono del mundo. Pero el impacto ambiental de esta industria se genera en casi toda la cadena del servicio: desde los envases en los que se ofrece la comida hasta en el desecho de los uniformes gastados de la tripulación.
Por ello, las aerolíneas han emprendido diversas acciones para reducir su impacto ambiental: programas para disminuir su consumo de combustible, medir y disminuir el uso de agua, reciclar los distintos tipos de residuos de la aeronave (desde el aceite hasta los neumáticos), renovar la flota de aviones, producir combustible sostenible, servir alimentos en envases ecológicos, entre muchas otras medidas.
La aerolínea LATAM, por ejemplo, ha desarrollado proyectos de conservación de ecosistemas icónicos -como la Amazonía o los Llanos del Orinoco- a través de los cuales buscan compensar hasta el 50% de sus emisiones producidas en los países donde se ubican estos territorios. Además de ello, LATAM Airlines Group anunció que buscan ser una empresa que no produzca residuos desechables hacia el año 2027.
Transformar desechos en productos
Esa promesa ha hecho posible que en LATAM Perú surja el programa Segundo Vuelo, enfocado en el reciclaje de uniformes y plástico, a través del cual -además de brindar formación en gestión empresarial e introducción al diseño y brindar asistencia en salud- surten de materia prima a los colectivos de artesanas de Sisan del Museo de Sitio y Santuario Arqueológico de Pachacamac, y a la comunidad de Sunqu Suwa, en Ayacucho.
Así, estos grupos conformados por 23 y 15 mujeres, respectivamente, utilizan los uniformes y el plástico -que llega a ellas ya transformado en hilo- para elaborar productos como cojines, llaveros, posavasos, bolsos, gorros, carteras o monederos con la iconografía de sus culturas. Estos son vendidos a través de los portafolios de la aerolínea y el 100% de las ganancias es entregado a las artesanas.
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“Nosotros renovamos los uniformes de la tripulación casi anualmente y con ello generamos una gran cantidad de desechos textiles altamente contaminantes”, explica Antonio Olortegui, gerente de Asuntos Corporativos de LATAM Airlines Perú y Ecuador. “No queríamos ser parte de esa cadena contaminante, debíamos romper ese ciclo”.
Esa apuesta es clave. Según la Alianza de la ONU para una Moda Sostenible, cada segundo se entierra o quema una cantidad de textiles equivalente a un camión de basura. Por ello, otras grandes empresas del rubro de la ropa también han activado esquemas de recolección de ropa y procesos de reciclaje de plástico para producir prendas. Otras utilizan lonas y cinturones de seguridad de camiones para hacer bolsas y mochilas, o llantas viejas para fabricar zapatos.
“Trabajamos con los colectivos de Pachacamac y Sunqu Suwa porque ya comprendían los conceptos de reciclaje y reuso”, agrega Olortegui, “Ellos necesitaban materia prima, textiles que eran gran parte de sus costos, y nosotros necesitábamos hacernos cargo de las telas en desuso. Fue el encuentro del problema y de la demanda”.
Mientras en el país sólo el 15% de residuos se recicla y el 54% termina en el mar, según Ciudad Saludable, ahora el programa Segundo Vuelo busca ampliarse cada vez más en el Perú. En la región ya se ha replicado en países como Ecuador, Brasil, Chile y Colombia.
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