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El desafío de cambiar la matriz energética en el perú

REDACCIÓN CONTENTLAB

Aug 5, 2020

El principal reto del ingeniero peruano Alfonso Torres, cofundador y director de Cosolpo, es convencer a las empresas de la importancia de cambiar sus viejos procesos industriales por unos nuevos y menos contaminantes, utilizando energías renovables. Para ello, su empresa ofrece energía térmica generada a partir de energía solar.

Convencerlos no es fácil: hablar de innovación tecnológica en el Perú genera resistencia, pues implica asumir el riesgo del cambio, algo a lo que que pocas empresas están dispuestas. De acuerdo al Reporte Global de Competitividad 2017-2018 del Foro Económico Mundial, Perú ocupa el puesto 113 de 137 en cuanto a innovación.

Si bien la relevancia de la innovación es indiscutible —permite que grandes y pequeñas empresas evolucionen y puedan satisfacer mejor la demanda de sus consumidores— su desarrollo es limitado, debido al bajo presupuesto que asignan las empresas a este concepto.

Antes de iniciar la etapa comercial en 2015, Alfonso y su padre dedicaron cinco años a investigar y desarrollar prototipos en el jardín de casa, viajando al extranjero para conocer nuevas tecnologías. Finalmente lograron fabricar un concentrador cilindro parabólico, cuyo objetivo es concentrar los rayos del sol en un punto fijo, para calentar agua a 400 grados centígrados. Con esta herramienta es posible reemplazar calderos industriales alimentados por la quema de combustibles fósiles.

“No queríamos ir donde un proveedor europeo o estadounidense y traer su tecnología. Necesitábamos desarrollar una solución acorde a nuestra realidad. Así, pudimos crear un producto peruano muy rentable que puede suplir las grandes necesidades de las empresas industriales del país”, explica Alfonso.

Sin embargo, lo más difícil estaba por venir. La tecnología es novedosa y los empresarios no la conocen, por lo que temen asumir un riesgo. “Muchos me dicen que quieren ver funcionar nuestro sistema en otro lado para recién instalarlo”, comenta Alfonso.

LA RENTABILIDAD DE LAS ENERGÍAS RENOVABLES
Entre los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) planteados por la ONU y firmados por el Perú, se encuentra la meta de garantizar el acceso a una energía asequible, segura, sostenible y moderna (ODS 7). La tarea es grande, si consideramos que, en el Perú, solamente el 5,06% de la energía es renovable. En cambio, el consumo de energía de combustibles fósiles libera cada hora 2550 toneladas de carbono (Co2), de acuerdo con las cifras del Balance Nacional de Energía del Ministerio del Ambiente (Minam).

Son conocidas las desventajas de la energía producida por la quema de combustibles fósiles: son limitadas y generan dependencia. En cambio, las energías renovables son inagotables y no producen gases de efecto invernadero, por lo que no contaminan.

Pero, al parecer, estos argumentos no son suficientes para convencer a la industria peruana de iniciar un cambio. Por eso, pese a que ya cuentan con cinco proyectos en curso en el sector de agroindustrias, alimentos y bebidas, y se abren paso en el sector textil, Alfonso aún se refiere a su empresa, Cosolpo, como un proyecto piloto.

El potencial es innegable. Basta ver los resultados de los proyectos ya ejecutados, que han logrado ahorrar de 40 a 45% de combustible, según Alfonso. “Además, los costos de nuestros equipos son bastante económicos. En un promedio de dos años y medio recuperas la inversión”, afirma.

EL CAMBIO INEVITABLE
Los avances para aprovechar el uso de la energía solar en el Perú son cada vez mayores. Enel Green Power —la división de energías renovables del grupo Enel— es una de las responsables de ello. Su ejemplo más notable son los paneles fotovoltaicos de la central Rubí, la planta de energía solar más grande del país, establecida en Moquegua.

La energía que producen estos paneles depende de la radiación que reciben del sol. Si los paneles se ensucian, el proceso se perjudica. “En los últimos años, la limpieza manual ha sido relegada por su alto consumo de agua. Por ello, se ha reemplazado por la limpieza mecánica”, señala la empresa. Para ello, han implementado un sistema de limpieza en seco que, cada año, ahorra aproximadamente 1 400 000 litros de agua, genera un aumento de producción energética de 2.5% a bajo costo y evita la generación de 8400 toneladas de CO2.

“Este es un compromiso de todos. Las industrias tienen que empezar a mirar estos nuevos cambios como algo positivo, más aún si son rentables”, señala Alfonso, quien durante los últimos cinco años, dice, ha sido testigo de cómo cada vez más empresas están interesadas en reducir su huella de carbono, motivadas no solo por convicción sino también porque sus clientes exigen que en sus procesos utilicen energías renovables. Romper la inercia es el primer paso para avanzar, y el más difícil, aunque Alfonso se mantiene optimista. Cuando se le pregunta por el futuro, tiene una respuesta clara: “el cambio va a venir sí o sí”.

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