Planeta
La pesca y el cambio climático: propuestas para la conservación oceánica
El mar peruano y las especies que en él habitan están a merced de los efectos del cambio climático. En consecuencia, el sector pesca en su conjunto viene lidiando con una sucesión de eventos externos que ponen en peligro a la vida marina y, con ella, a los recursos de los que depende esta actividad extractiva.
Uno de esos escenarios adversos es el aumento de la temperatura de las aguas. En el estudio State of the ocean report 2022, elaborado por la Comisión Oceanográfica Intergubernamental de la UNESCO, se señala que los océanos han absorbido el 93% del exceso de calor que las actividades humanas han producido en los últimos 50 años.
En otras palabras, el mar está cada vez más caliente, y ello está provocando alteraciones en la manera en que las poblaciones de peces se desplazan y cambios en las trayectorias de las corrientes oceánicas. El ejemplo más claro y reciente de cómo esta situación ha perjudicado a la pesca fue la suspensión de la primera temporada de pesca de anchoveta, decretada en junio por el Ministerio de la Producción.
La decisión se sustenta, en parte, en un hecho que fue comprobado tras una exploración realizada por un equipo de expertos del Imarpe: la anchoveta adulta ha tenido que desplazarse más al fondo para encontrar la temperatura que necesita para vivir. La intención, desde luego, es preservar el recurso pesquero.
ADAPTACIÓN Y RESILIENCIA
La posible activación del fenómeno de El Niño durante la segunda mitad de este año es otro desafío más para el sector pesca. En paralelo a las lluvias e inundaciones que trae consigo, este evento climatológico también afecta la disponibilidad de peces, crustáceos y moluscos, pues muchas especies migran en búsqueda de mejores condiciones para subsistir.
Todo ello perjudica a los actores involucrados en la cadena productiva de esta actividad. Y si se quiere añadir otro factor más, podría mencionarse la acidificación del océano, producto de la absorción de CO2 de la atmósfera.
Así las cosas, ¿de qué manera puede hacer frente la pesquería a este alarmante panorama para garantizar la sostenibilidad de esta actividad y de los ecosistemas marinos?
Una respuesta llega desde la trinchera de Perú Sostenible, el mayor impulsor de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en el país. Esta organización publicó en mayo su Hoja de Ruta de Sostenibilidad para el Sector Pesca. En este documento plantean que es indispensable que el sector implemente los cambios necesarios para lograr adaptar sus procesos en el mediano y largo plazo, y desarrolle así resiliencia frente a los eventos climáticos.
CINCO PROPUESTAS ESPECÍFICAS
El citado informe “busca que los principales agentes del sector pesca, en particular el privado, alineen esfuerzos alrededor de retos comunes y propios de la realidad de sus ecosistemas empresariales, en concordancia con los ODS para avanzar hacia su desarrollo sostenible”.
En ese sentido, plantea cinco acciones específicas recomendadas al subsector de la pesca industrial “para activarse en conservación oceánica y acción climática”.
La primera de ellas es promover el desarrollo de una medición de huella de carbono agregada de la industria, la cual permitirá que las organizaciones gestionen y reduzcan sosteniblemente sus emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI). Se propone, además, la firma de Acuerdos de Producción Limpia (APL) con el Ministerio del Ambiente, con el objetivo de que las empresas del sector mejoren sus procesos de producción y reduzcan su impacto ambiental.
La segunda acción es impulsar programas de gestión de residuos y plantas de reciclaje para la actividad pesquera artesanal por ejes territoriales. En este caso, el foco está en la economía circular y se priorizan las zonas de mayor densidad de embarcaciones.
Como tercera iniciativa se propone visibilizar el impacto en las actividades pesqueras que se produce por la contaminación doméstica (desagües y plástico) e industrial de otros sectores en tierra. La idea es cumplir la primera meta del ODS 14: prevenir y reducir significativamente la contaminación marina de todo tipo al 2025.
El siguiente punto es visibilizar y exigir a las autoridades la necesidad de implementar infraestructura de saneamiento y plantas de tratamiento públicas que sean efectivas y eficientes. Se espera que el rol del sector privado sea el de un influenciador en esta tarea, y que se logren resultados en un mediano plazo.
Promover la cultura oceánica en la ciudadanía en las zonas de influencia es la quinta acción. Ello se logrará dando visibilidad a las buenas prácticas del sector industrial e implementando proyectos de cambio de comportamiento con respecto a residuos domésticos.
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