Prosperidad
¿Cuál es el rol de la juventud ante las próximas elecciones?
En enero de 2016, en víspera de las elecciones presidenciales peruanas, un grupo de estudiantes de la Universidad del Pacífico y otras organizaciones estudiantiles buscaron crear una instancia para promover el diálogo sobre la realidad nacional en la población universitaria, más allá de las coyunturas electorales.
Gracias a tres jóvenes estudiantes —Gabriela Elizalde, Jean Pierre Gutiérrez y Rosa Rojas— nació el primer “Torneo de Ciudadanía: Hablemos de Cambio”, que involucró a 32 estudiantes de carreras como Administración, Economía, Ingeniería Empresarial, Finanzas y Negocios Internacionales, entre otras, de doce universidades públicas y privadas.
Así, en 2017, Hablemos de Cambio surgió como un espacio para el intercambio de ideas, con la finalidad de organizar y generar alianzas que permitan enriquecer el diálogo y construir propuestas con miras a forjar cambios en la sociedad.
Uno de los focos fue el de crear conciencia social sobre la importancia de los procesos de sufragio. “Es fundamental involucrarnos más en nuestro proceso electoral y que no nos dé miedo la política por los casos de corrupción. Si no entramos nosotros, ¿entonces quién?”, se pregunta Ofelia Maurate, integrante de Hablemos de Cambio.
El principal reto de este espacio es hacer que los jóvenes sean parte de los cambios. Sin embargo, como explica Ofelia, los procesos electorales en el Perú han estado marcados durante mucho tiempo por la desinformación.
“Por eso, es urgente una participación más activa, para que el 11 de abril no volvamos a repetir eso de ‘es más de lo mismo’, sino que, juntos, en un futuro, podamos sentirnos orgullosos de nuestros representantes”, afirma.
EL VALOR DE LA PARTICIPACIÓN CIUDADANA
Haciendo honor a su nombre, Hablemos de Cambio tiene una naturaleza cambiante. Si un día realiza torneos y talleres, al día siguiente puede organizar conversatorios y foros. Sin embargo, lo hace siempre con el mismo objetivo: involucrar de manera dinámica a los jóvenes a través de la participación en espacios de diálogo, aprendizaje mutuo y planeación de propuestas. Solo entre 2018 y 2019 han desarrollado más de veinte eventos y llegado a más de 140 jóvenes.
Otra organización que busca generar cambios en los jóvenes peruanos es Suyulab, un laboratorio inclusivo que, en plena pandemia, promueve la participación ciudadana en el diseño de proyectos para mejorar su entorno.
Frank Maita, fundador y coordinador general de Suyulab, forjó el proyecto a partir de la toma de conciencia de que en San Martín de Porres y en Lima Norte, en general, no existían iniciativas de participación ciudadana juvenil más allá de lo artístico y lo cultural.
“Quería cambiar esa mentalidad de que solo siendo adulto y dedicándose a la política partidaria se puede trascender en la sociedad”, dice Frank. Así, por ejemplo, creó el “SuyuChallenge”, una iniciativa que surge por la convicción de los jóvenes peruanos a resolver o mitigar los problemas que los rodean, encontrando soluciones creativas y veloces.
Al encuentro postularon 187 personas (85% de Lima y 15% de provincia), en su mayoría mujeres, de los cuales 82 aprobaron el curso de Innovación Social y 67 terminaron diseñando su propio emprendimiento social. Hubo dos equipos ganadores y ocho se hicieron merecedores de una mentoría para desarrollar completamente sus proyectos.
Para Frank, no basta con identificar lo que falta en los jóvenes: más importante aún es darse cuenta del poder de acción que cada uno tiene. Hoy promueven el emprendimiento y la innovación social no solo en San Martín de Porres, sino también en Comas e Independencia, a través de las redes sociales.
CERRAR LAS BRECHAS
Ofelia Maurate recalca que el verdadero reto es cerrar las brechas entre los jóvenes peruanos, un grupo social con gran presencia en el sector informal, sin beneficios sociales ni salario justo.
A este problema se suma el que un 60% de jóvenes peruanos abandona los estudios, según la consultora de investigación Trendsity. “¿Qué pasa con ellos? No consiguen trabajo porque no son empleables. Tienen baja autoestima, porque les cierran las puertas y porque cuando salen del colegio son más propensos a involucrarse en las pandillas y la delincuencia. La regla no puede ser la indiferencia, sino la acción colectiva. Y para eso nos necesitamos entre todos”, explica Maurate.
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