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5 mitos sobre la minería moderna y formal en el Perú

Analizamos la realidad de un rubro protagónico en la generación de inversión y recaudación de tributos en el país.

Redacción ContentLab

Friday, December 18, 2020

En medio de un año muy difícil a nivel global, la minería sigue siendo la principal pieza que mueve los motores económicos del país. Según detalló recientemente el ministro de Energía y Minas, Jaime Gálvez, se espera que la inversión del sector cierre este año con US$4.200 millones y que el siguiente alcance los US$5.400 millones.

Una revisión a las cifras históricas devela que la minería ha representado en los últimos cinco años casi el 60% del valor de las exportaciones y es el principal contribuyente en cuanto a impuestos, contribuciones sobre la renta y recaudación fiscal total.

No obstante, el sector recibe cuestionamientos a raíz de algunas ideas sobre su impacto y cómo se trabaja hoy en día en las operaciones mineras. En un intento de aclarar el panorama, Enrique Ferrand, gerente de Minería de la Sociedad Nacional de Minería, Petróleo y Energía (SNMPE), y Carlos Bernal Pozo, gerente de la Asociación de Contratistas Mineros del Perú (ACOMIPE), comparten información para desmitificar cinco prejuicios alrededor de esta actividad.

1. LA MINERÍA MODERNA CONTAMINA

Actualmente, según un informe del Banco Central de Reserva, el Perú cuenta con más de 250 leyes, normas o reglamentos que regulan el cuidado del medioambiente en dicho sector. En los últimos 15 años se han publicado una serie de normas para crear límites máximos y reglas que la minería formal cumple.

“La minería es una de las actividades más reguladas y fiscalizadas del país”, apunta Enrique Ferrand, de la SNMPE. En los últimos cinco años, comenta, las empresas formales han pasado por más de 3000 supervisiones ambientales. Por lo expuesto, y en relación con otras industrias, Carlos Bernal de ACOMIPE señala que la minería es la que más ha avanzado en aspectos ambientales y de seguridad.

¿Por qué se cree lo contrario? De acuerdo a Bernal, la minería ilegal ha generado pasivos ambientales en el pasado y eso ha quedado arraigado en la mentalidad de las poblaciones aledañas.

Para tener más claros los conceptos, de acuerdo al Ministerio del Ambiente existen minería ilegal y minería informal, además de la minería legal. La ilegal es aquella que opera en zonas no permitidas por ley, trabaja en cuerpos de agua y utiliza maquinaria no autorizada. En el caso de la minería informal, si bien tampoco utiliza la maquinaria correspondiente, se diferencia sobre todo porque opera en zonas no prohibidas. En tanto, la minería legal y responsable debe pasar por una serie de protocolos y pasos reglamentarios, pero el primer paso es hacer un petitorio para adquirir un derecho de concesión minera. Luego, también están las autorizaciones de uso de agua y los pasos referidos a la gestión ambiental.

Hoy en día, se aplican tecnologías y procedimientos que mitigan los impactos negativos en todas las fases de la operación minera y, por ley, todo proyecto tiene un plan de cierre de minas, en el cual se establecen actividades que rehabiliten las áreas utilizadas una vez concluidas las operaciones mineras. Estas deben estar detalladas en los Estudios de Impacto Ambiental que presenta la mina antes de iniciar su operación.

2. LA MINERÍA GENERA POCO EMPLEO

La minería moderna genera cerca de 1.5 millones de empleos, entre directos, indirectos e inducidos. Según un estudio del Instituto Peruano de Economía (IPE), por cada empleo directo que se genera en la minería, surgen otros 6.25 empleos indirectos. De esta manera, Ferrand apunta que la minería dinamiza sectores como transporte, maquinaria o servicios profesionales científicos y técnicos.

¿Por qué se cree lo contrario? Carlos Bernal dice que solo se toma en cuenta los empleos directos generados. Sin embargo, es de gran importancia el rol de las empresas contratistas especializadas en operaciones que, bajo la figura de tercerización, emplean al 70 % de la fuerza laboral del sector. Asimismo, agrega que el sector dinamiza economías locales, ya que convoca los servicios y productos de pequeños talleres, metalmecánicas, entre otros.

12 mil iniciativas productivas en comunidades colindantes a sus operaciones logró incentivar la minería entre 1988 y 2018, según la SNMPE. Este es un ejemplo de que tanto las mineras como las comunidades trabajan de la mano para promover el bienestar y el desarrollo sostenible, con emprendimientos que van desde la agricultura hasta el turismo.

3. LA MINERÍA CONSUME MUCHA AGUA

La minería formal solo utiliza el 2% del agua que se consume en el Perú y su uso está regulado por la Ley de Recursos Hídricos que establece cuánta agua puede usar este sector.

Ferrand hace hincapié en que la minería formal agremiada cuenta con equipos que miden constantemente el volumen de agua que usan y, por un sistema de recirculación, el agua se aprovecha varias veces en el proceso minero. Un ejemplo de una forma distinta de abastecerse de agua es Cerro Lindo, de la compañía minera Nexa, que utiliza agua de mar desalinizada.

¿Por qué se cree lo contrario? Para Carlos Bernal, es un error relacionar a el problema es que se relaciona la minería como la que afecta la agricultura, siendo esta última actividad la que utiliza el 85% del agua que consume el país.

4. LA MINERÍA NO APORTA SUFICIENTES TRIBUTOS AL ESTADO

La minería formal representa el 10% del PBI y es una de las actividades que más impuestos paga al país. Además del impuesto a la renta que pagan todas las empresas formales, Enrique Ferrand recalca que la actividad minera tiene otros aportes obligatorios. Al final, señala, por cada S/100 que gana, deja en impuestos y otros cargos S/47. Según Ferrand, si tenemos en cuenta los impuestos que pagan las empresas en el Perú, las mineras aportan el 18.7% del total.

¿Por qué se cree lo contrario? Si bien la minería aporta estas cifras al fisco, Carlos Bernal sostiene que los recursos generados por la minería en beneficio de la población no son bien utilizados por los gobiernos regionales o locales, en su mayoría por su poca capacidad de gestión. “Si las poblaciones aledañas a los proyectos mineros no sienten que su situación mejora, siempre estará descontenta con la minería”, apunta.

5. LA MINERÍA NO ESCUCHA A LA POBLACIÓN

Las empresas mineras formales y agremiadas, a través de la campaña “Minería de Todos”, vienen generando un diálogo con la población desde 2018, señala Ferrand. También se ha realizado “Casas Abiertas”, una muestra itinerante que llegaba a las comunidades de las principales regiones mineras del país. Además, se creó el programa Paradero Minero, otra muestra itinerante guiada e interactiva que visitaba universidades públicas y privadas de las principales regiones. En ambas los visitantes podían hacer preguntas y comentarios que eran respondidos por los guías en los recorridos acerca de un abanico de temas como los procesos que se realizan en las minas, la gestión ambiental y los estándares de la minería formal, entre otros. En redes sociales también se han respondido más de 30 mil preguntas y comentarios, estableciendo una comunicación directa con la población.

¿Por qué se cree lo contrario? Los especialistas no niegan que hayan existido desacuerdos, sin embargo agregan que no son la constante. Sobre esta relación con la comunidad, Carlos Bernal dice que la convivencia armónica con las comunidades del entorno es clave para la viabilidad y el normal desarrollo de las operaciones mineras.

El especialista agrega que las compañías mineras procuran el diálogo y atención permanente con las poblaciones. Sin embargo, considera que este debe ser un esfuerzo conjunto e integral del Gobierno central, empresas, gobiernos regionales, locales y organizaciones ligadas a la actividad minera.

Por todo lo expuesto, los especialistas recomiendan actualizar la mirada que se tiene sobre la minería y su importancia para el país.

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