Opinión: Hacia una minería sostenible

La minería va más allá de la vida de la mina y se asocia también al compromiso con las comunidades y el medioambiente.

Redacción ContentLab

Por Henry Luna Córdova
Ex presidente ejecutivo del Instituto Geológico, Minero y Metalúrgico

La minería continúa siendo la principal locomotora de desarrollo en el Perú y, desde la década de los 90, se ha adecuado a la legislación ambiental y social vigente en el mundo. Es común observar cómo las mineras, las empresas contratistas y el sector público usan el lema “minería sostenible”.

Desde la década pasada, yo mismo he usado ese lema en las presentaciones que realizaba como director de Promoción Minera del Ministerio de Energía y Minas (Minem) o como docente en la Pontificia Universidad Católica del Perú. Hoy observo con mucho agrado que el lema “minería sostenible” se ha generalizado en las instituciones del sector público y privado. Entre ellas, la Asociación de Contratistas Mineros del Perú (Acomipe).

El concepto de minería sostenible promueve el desarrollo de la actividad minera más allá de la mina. Algunos identifican este lema como minería responsable. El compromiso de quienes lo asumimos es respetar los valores culturales de las comunidades vecinas a los centros mineros. Asimismo, convertirnos en un actor del centro poblado donde nos ubicamos, para trabajar de manera integrada con los locales y sus autoridades. Ello, para mejorar las condiciones de vida de los pobladores y de nuestro recurso humano, que son nuestros trabajadores y sus familias.

El concepto de minería sostenible promueve el desarrollo de la actividad minera más allá de la mina.

DEFICIENCIAS DE MODELO
En el aspecto económico, una de las deficiencias que observamos actualmente es la escasez de capacidad para la gestión de los recursos económicos generados por la actividad minera bajo diferentes modalidades: impuesto a la renta (50% es canon minero), regalías mineras, derecho de vigencia, penalidad, fideicomisos sociales e impuesto especial y gravamen minero administrados por el gobierno central.

Una alternativa para cambiar esta realidad es promover obras de infraestructura bajo la modalidad de Obras por Impuestos (OxI). Otra opción sería retomar una medida de la década pasada, en la cual las empresas mineras –en coordinación con las autoridades locales– administraban proyectos locales de manera integrada, usando los recursos del Fondo Minero de Solidaridad con el Pueblo, conocido como “aporte voluntario”. Este modelo fue interrumpido por el gobierno anterior para convertirlo en gravamen minero y un impuesto especial, que hoy administra el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF).

En el aspecto productivo, en las tres últimas décadas la producción minera ha aumentado en el Perú. La minería genera anualmente más del 60% de las divisas que ingresan al país por exportaciones nacionales. Este logro no solo corresponde a las mineras, sino a un actor que, desde los 90, ha incrementado su presencia: las empresas contratistas mineras, que cuentan con personal capacitado y la maquinaria requerida por la industria minera.

Nuestra visión para el próximo bicentenario es lograr que la población reconozca la minería peruana como un socio estratégico local. Es necesario que nuestras autoridades y parlamentarios, antes de lanzar un mensaje en contra de la actividad minera, visiten los centros mineros y ayuden a destrabar los proyectos de infraestructura y programas de desarrollo local sostenible financiados por los fondos generados por la actividad minera.

La tercera variable de la minería sostenible es la ambiental. Debemos reconocer que, por haber sido fiscalizados, algunas veces en extremo, la minería peruana puede promover programas de cuidado, respeto y educación ambiental. Esto último, mediante acciones como la construcción de viveros, la recuperación de especies en peligro de extinción, la mejora de la calidad de los recursos hídricos, entre otras, durante todo el ciclo minero, incluyendo el cierre de mina.