Médicos y enfermeros: los héroes en la batalla contra el COVID-19

Preparados para diagnosticar enfermedades, aplicar tratamientos para combatirlas y salvar vidas, los diversos profesionales de la medicina y la enfermería se han enfrentado durante los últimos diez meses con un virus completamente nuevo, para el cual no existía un manual de diagnóstico o tratamiento. 

Esta situación desborda los objetivos para los cuales estos profesionales han sido preparados y genera cuadros de frustración importantes, ha explicado Alejandro Vélez Arana, decano del Colegio de Psicólogos de Lima. Salvar vidas es una de las tareas más complejas de la existencia humana; imaginemos hacerlo con los ojos cerrados. 

Fuera de ese reto constante, los profesionales de la salud enfrentan también el riesgo de contraer el virus. En Iberoamérica han fallecido 2750 médicos atendiendo esta emergencia. En Perú, a diez meses de la llegada del coronavirus, más de 12 mil médicos se han contagiado y 266 han fallecido. Lima, Arequipa y Loreto lideran este trágico ránking, según datos del Colegio Médico del Perú. 

UN DESAFÍO DIARIO
Incluso para quienes han podido recuperarse o evitar el contagio, lidiar con el virus día a día se ha transformado en el eje de sus vidas. Existen ejemplos notables de vocación profesional, como los de los integrantes de las brigadas formadas para atender a las comunidades asháninkas, participar en la implementación y funcionamiento de hospitales temporales en Ica o realizar campañas en Loreto, Amazonas, Moquegua, Cusco, Lambayeque, La Libertad, como ha contado a El Comercio el enfermero Giner Lugarte. 

El coronavirus, qué duda cabe, también afecta a los profesionales de la salud a nivel personal. Es el caso de la enfermera Magaly Campos, quien encontró en el aumento de la atención de pacientes una “revancha” contra el mismo virus que ocasionó la muerte de su padre, tras casi dos meses de internamiento en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) de un hospital de campaña de Iquitos. Le dieron licencia por luto, pero volvió rápidamente. “Necesitaba darle la revancha a esa maldita enfermedad”, narró a El Comercio.

El año pasado, al condecorar al personal médico de España, la Fundación Princesa de Asturias catalogó el esfuerzo de los profesionales de la salud como “un espíritu de sacrificio personal sobresaliente en favor de la salud pública y del bienestar del conjunto de la sociedad”. Su trabajo, afirmaron, se ha convertido en un “símbolo de la lucha contra la mayor pandemia global que ha asolado a la humanidad en el último siglo”. Esta misma conclusión puede extenderse al sector de salud de nuestro país. 

LUCHAR CONTRA TODO
El historiador Marcos Cueto, autor del libro “El regreso de las epidemias”, ha recordado en el podcast Archivo Emergente del Proyecto Bicentenario que el Perú enfrenta una de las más graves pandemias mundiales con un sistema de salud que, en vez de atender las desigualdades sociales que agravan las enfermedades, está en enfocado únicamente en atender las urgencias. A ello se suma el que se trata de un país que se ha distinguido en la región por tener los mayores índices de enfermedades respiratorias. 

En ese contexto, las lecciones a futuro son evidentes. Ya en el inicio de la pandemia, el vicedecano del Colegio Médico del Perú, Ciro Maguiña Vargas, señalo que “esta grave situación, una vez pasada la epidemia, exigirá al Estado peruano el inicio de una profunda reforma sanitaria que apunte a un sistema único y universal de la salud, integrado y coordinado, donde se retome el rol rector del Ministerio de Salud”.

Y es que, en las condiciones en que nos encontramos, la etiqueta de “trabajadores de primera línea” —con la que se califica al personal médico en la actualidad—, es en realidad una característica permanente de la función de proveer salud en el país, agravada hoy por la presencia del coronavirus. Con un sistema de salud que se ahoga en necesidades, el trabajo de médicos y enfermeros es, pues, una función heroica.