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¿Qué función cumple un directorio en la estrategia de sostenibilidad de una empresa?
REDACCIÓN CONTENTLAB
En el organigrama de toda empresa, el directorio suele ser la instancia máxima de gobernanza corporativa. Como tal, se encarga de establecer las políticas de la organización, sus objetivos y, entre otras funciones, de diseñar la estrategia de negocios y monitorear su cumplimiento.
Pero más allá de esas acciones que responden a los intereses de los accionistas, el directorio de una compañía debe considerar aspectos ambientales y sociales que antes solo eran vistos de reojo, pero que en los tiempos actuales forman parte de una agenda de sostenibilidad que toda empresa debería incorporar a su pensamiento estratégico.
A criterio de Julia Sobrevilla, directora de Sostenibilidad de Centrum PUCP, para que estos temas sean prioritarios y estratégicos para un directorio, sus miembros tienen que entender qué implican las variables ESG (Environmental, Social and Governance) y cómo estas dimensiones impactan en la rentabilidad del negocio.
“Una vez que el directorio entiende y toma conciencia de ello, corresponde a la gestión de la empresa elevar los temas más importantes, especificar al directorio cuáles son. Una vez que este los ratifica, se establecen acuerdos, y sobre la base de estos, se miden los avances y el cumplimiento de los objetivos trazados”, explica.
SOSTENIBILIDAD ES COHERENCIA
A estas alturas del siglo XXI, la sostenibilidad ya no es una opción para las empresas: es un imperativo. En virtud de ello, Violeta Orozco, CEO de Konecta Perú, comenta que las compañías necesitan mirar a sus stakeholders internos y externos, y hacerlos parte del corazón de la estrategia. Todo bajo el paraguas de un propósito elevado.
Según ella, los directorios deberían enfocarse en las personas y saber comunicar mensajes claros sobre el impacto social y político que generan a través de sus empresas. En esa línea, sostiene que es clave que los directorios estén conformados por profesionales diversos (en todo aspecto) que tengan una visión integradora y permitan una lectura real y humilde de lo que sucede en el país.
“Los líderes de las empresas tienen que comunicar bien lo que hacen y sus impactos, tienen que ser activistas y, al mismo tiempo, sumar a su preocupación ambiental y social una visión política que les permita aportar más y ser trascendentes en la sociedad”, refiere.
En el mejor de los casos, cuando la población nota que una empresa mantiene una coherencia entre lo que predica y pone en práctica; cuando los eslóganes y los discursos se traducen en acciones concretas, se genera un compromiso, un ‘clic’ con la gente, especialmente con los jóvenes. Son ellos quienes anhelan trabajar en empresas que estén alineadas con sus ideales y valores.
En ese sentido, el paso clave que deben dar los directorios es adherir los componentes sociales y ambientales a la estrategia de sus negocios. Orozco es clara: las empresas que no busquen ese equilibrio van a quedar fuera de competencia.
Por su parte, Julia Sobrevilla, de Centrum PUCP, agrega que la sostenibilidad bien concebida tendría que ser un elemento que permita a las empresas aumentar su rentabilidad. Para ello, deben tener claro cuál es el propósito que las mueve y, dentro de él, cuáles son las ambiciones reales que cada organización quiere lograr en términos financieros, sociales, ambientales y hasta reputacionales.
“Cada una de esas ambiciones debe tener objetivos y estos, a su vez, deben medirse, porque lo que no se puede medir, no existe”, sostiene.
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