Personas
Burana, moda que ofrece un trabajo digno a los presos
Cuando Rita Maltese, creadora de la empresa Burana, consigue un nuevo cliente, lo primero que le dice es que sus talleres están ubicados en dos cárceles de Lima. Sus productos —especialmente carteras de cuero y telar— son elaborados por un grupo de 11 internas del penal Santa Mónica, en Chorrillos, y seis internos del penal Sarita Colonia, en el Callao. Su objetivo: brindarles un trabajo digno y reinsertarlos en la sociedad.
Burana, una empresa social de moda sostenible, se fundó en 2015 y comenzó confeccionando accesorios para hombres y mujeres mediante el trabajo en conjunto con las pobladoras del caserío de San José de Matacalas, en Piura, donde se emplea una técnica ancestral conocida como ‘el telar de cintura’.
Pero, desde junio de 2017, tras firmar un convenio con el Instituto Nacional Penitenciario (INPE) para el proyecto ‘Cárceles Productivas’, capacitan a las internas y los internos de ambos penales en el arte de la marroquinería. Mientras que en el penal Quencoro, en Cusco, los internos preparan sus productos y Burana les colabora con la comercialización en su tienda La Panaca, en el barrio San Blas.
“Trabajar en un taller les ayuda a redimir su pena, a mantener a su familia, a sostenerse por sus propios medios con un sustento diario. Les ayuda a no ser una carga para su familia y seguir aportando para pagar su reparación civil”, dice Rita, gerenta general y fundadora de Burana, quien durante dos años ha brindado a los internos trabajo digno y crecimiento económico, uno de los pilares de los Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU.
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MODA SOSTENIBLE
Rita Maltese cuenta que en el convenio firmado con el INPE se señala que no pueden averiguar las historias de los internos. Pero, ellos mismos —dice — se han encargado de contarle los motivos por los cuales terminaron en la cárcel.
“Te dicen que están en la cárcel por robo agravado, por drogas o por formar parte de una banda de delincuentes. Pero ahora, por cada producto que compran nuestros clientes, apoyan la reinserción social y laboral de cada uno de ellos. La moda no es algo hueco y vacío de ponerte, va más allá y trasciende”, explica Rita.
Burana también se define como una marca pet friendly, ya que no utilizan cuero de animales que hayan sido asesinados para la industria de la moda. Trabajan con cuero de pescado con tintes naturales, que se obtiene de los residuos después de haber sido utilizado para alimento, y es un material 100% ecoamigable.
Además, su taller en La Molina —donde desarrollan muestras y moldes para satisfacer la demanda de diseñadores independientes o empresas como Win, Ferreyros y marcas como Lala Love— funciona con paneles solares para contribuir con el cuidado del medio ambiente.
Uno de los últimos retos que ha asumido Burana es el proyecto Tracker, una iniciativa que consiste en la implementación de un bordado con información encriptada en una prenda o accesorio que se recarga con la luz solar y el movimiento del cuerpo, para localizar en tiempo real a niños y adultos mayores extraviados.
COMERCIO JUSTO PARA LA REHABILITACIÓN
“Nosotros aplicamos una política de comercio justo: los internos son retribuidos con un pago por la confección y producción de los artículos y los diseños. De esta manera hemos logrado reinsertar a la sociedad a tres internas”, dice la hija de Rita, Anna Maltese, diseñadora y Community Manager de Burana. Una de ellas logró la libertad condicional mediante la tramitación de un contrato a futuro con la empresa social.
Burana contrata a un jefe de taller por cada penal encargado de armar el molde o prototipo de los productos y a un costurero para brindar capacitación a las internas. El material es enviado a los talleres productivos de los penales, donde es trabajo por los internos y luego regresa al taller de La Molina para el acabado final. Producen cerca de 200 productos al mes, entre carteras, billeteras, maletines, morrales, portatarjetas, etc.
“No es fácil trabajar en un penal. No puedo, por ejemplo, firmar un contrato y definir una fecha exacta de entrega porque en el penal, o se va la luz, o reciben una visita de una autoridad y tienen que cerrar el taller. Pero, creo que la labor que se ha venido haciendo durante dos años ha permitido aportar con un granito de arena”, dice Rita.
“La misión de Burana es evitar que las personas que salen de prisión vuelvan a delinquir. Es urgente romper ese círculo y empoderar a más personas para que puedan vivir, luego de haber salido de prisión, de una forma digna. Si tu les demuestras que crees en ellas, entonces ellas se van a esforzar y lo van a lograr”, concluye Anna.
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