Prosperidad

¿Cómo promover la inclusión de personas con discapacidad en el trabajo?

REDACCIÓN CONTENTLAB

Jun 27, 2022

Empanacombi es una empresa social de gastronomía que ha empleado a más de cien cocineros y panaderos con discapacidad auditiva e intelectual. En 2012, partieron con una combi adaptada para la venta de empanadas fritas, pero tuvieron que realizar una serie de modificaciones en el espacio de trabajo, desde el rediseño del mobiliario hasta la regulación de los estímulos visuales, para que todos los trabajadores con discapacidades pudieran desenvolverse de manera segura y accesible. Así, crearon la primera cocina inclusiva del Perú.

Pero, lo que para Empanacombi fue un reto, para la gran mayoría de empleadores en el Perú, es un obstáculo. “Se asume que se debe realizar mucha inversión en hacer que un espacio sea accesible para las personas con discapacidad. Pero no se tienen en cuenta los resultados en materia de productividad, ahorro y seguridad”, dice Carlos Sánchez, CEO de Empanacombi.

Según el INEI, solo el 44.8% de las personas con discapacidad se encuentran en la Población Económicamente Activa. Sin embargo, solo el 1% de las empresas privadas con más de 50 empleados cumplen con la cuota de empleo de personas (3%) con discapacidad establecida en diciembre de 2012. En la actualidad, ocho de cada diez personas con discapacidad están desempleadas.

La realidad que reflejan estas cifras, explica Carlos, es producto del desconocimiento de parte de las empresas. “Se enfocan solo en el diagnóstico y equiparan la discapacidad con la incapacidad. Creen que no van a producir igual”, agrega. Entonces, frente a este obstáculo ¿cómo generar entornos laborales más inclusivos? Luis Vásquez Sánchez, abogado y especialista en discapacidad y ex Director de Políticas en Conadis (El Consejo Nacional para la Integración de la Persona con Discapacidad) y de los Servicios de Protección del INABIF, tiene algunas respuestas.

“Muchas veces pensamos que la discapacidad es un problema que radica en la persona. Pero el problema es de todos, y radica en que el espacio o entorno no está preparado o diseñado para acoger a estas personas. Esto, más que un problema o una dificultad es un reto. El reto de adecuar el entorno para que esas personas puedan tener las misma oportunidades que tiene una persona sin discapacidad de poder trabajar y desarrollarse en igualdad de condiciones”, dice Luis Vásquez.

Por ello, agrega el especialista, antes que modificar los espacios, la gran tarea es modificar, primero, el sistema de creencias. Cuando una persona con discapacidad se inserta en un espacio laboral, se presentan comúnmente dos actitudes de parte de los empleados: hostilidad o empatía. Si bien ambas son diferentes, tienen un punto en común: se trata de reacciones emocionales. “La barrera actitudinal de los trabajadores suele ser la principal barrera”, afirma.

En ese sentido, la labor de las cabezas de las organizaciones es primordial. “Se cree que las adaptaciones son muy costosas, tal vez sí, pero eso es en el menor de los casos. Lo que realmente se necesita es mucha voluntad del empleador y mucha capacidad del equipo de recursos humanos”, anota Vásquez. Una vez dado este paso, entra en juego la capacitación de los colaboradores. 

Si, por ejemplo, ingresa una persona con trastorno autista o sorda, lo primero que deben conocer los trabajadores es cómo interactúan. El reto, en definitiva, es aprender a entenderlas. “Quien crece mucho cuando hay una inserción de personas con discapacidad son los entornos: se vuelven más resilientes, más diversos, más tolerantes, más respetuosos de los derechos de las personas. Entonces, se genera un espacio de transformación, porque comienza a cambiar nuestro sistema de creencias, que opera de manera inconsciente”, afirma Vásquez.

Sus afirmaciones no son de buena crianza. Un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en 2022 muestra que la diversidad y la inclusión son factores que favorecen el desarrollo empresarial. “Más allá de las obligaciones legales, apostar por la diversidad y la inclusión, en particular con las personas con discapacidad, es un valor transformador. Esto permite a las empresas reinventarse y volver el entorno laboral más accesible. Una empresa accesible para personas con discapacidad amplía sus posibilidades de contratación porque apuntas a una población que se está desaprovechando”. 

De hecho, lo dicen las estadísticas. Un estudio de la Organización Internacional del Trabajo –“The price of exclusion: the economic consequences of excluding people with disabilities from the world of work”, que se sigue citando hasta hoy- estima que el costo de excluir a las personas con discapacidad podría equivaler a entre el 1% y el 7% del producto interno bruto de un país. 

“En la experiencia, los empleadores y sus trabajadores modifican sus percepciones, sus preconceptos sobre la discapacidad. Ya no lo ven tan difícil, ni tan complicado, y lo comienzan a valorar. La capacidad de resiliencia de las personas con discapacidad para sobrevivir en un mundo que los invisibiliza te hace dar cuenta que hay cosas más importantes que todos tus problemas”, afirma Vásquez.

Y más allá de las cifras, la experiencia de Empanacombi habla por sí sola. “Contratar a personas con discapacidad genera empresas más felices. Generas innovación, porque tienen distintas perspectivas de la vida y encuentran soluciones que nosotros jamás hubiésemos imaginado. Y reduces la rotación laboral, porque valoran mucho más las oportunidades laborales. Hay beneficios por todos lados”, afirma Carlos Sánchez.

Ahora, Carlos junto con su esposa, Cynthia Rodriguez, fundadora de Empanacombi, quieren lograr que las empresas en dos años consigan lo que a Empanacombi les tomó nueve. Y quieren hacerlo a través de Cabida, una nueva iniciativa que busca generar empleo indirecto a personas con discapacidad a través de programas de formación y colocación de personas con discapacidad en la industria de servicios; la transformación física y organizacional de las empresas, y el diseño de productos y servicios inclusivos.

Ya lo están logrando. Hoy, gracias a Cabida, la reconocida pastelería San Antonio, atiende, capacita y emplea a personas con la comunidad sorda. Así, cada día el impacto es mayor y la promesa de convertir la discapacidad en una diversidad más está cada vez más cerca.

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