Paz

#NOESTÁSSOLA: Un salvavidas para la mujer

REDACCIÓN CONTENTLAB

Jul 31, 2020

El sonido de los teléfonos de la Línea 100 del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP) no es sólo un timbre: es una alarma. Cada llamada que entra es el posible anuncio de un niño o una mujer en peligro. En los primeros cien días de la cuarentena establecida por el gobierno, dicha línea ha recibido 67 mil llamadas, un promedio de 158 al día.

Por impactantes que sean las cifras, no son ninguna sorpresa. El incremento de asistencias a los Centros de Atención Mujer, dedicados a las mujeres víctimas de violencia familiar y sexual, es una pendiente cada vez más vertical. Según datos del Observatorio Nacional, los casos registrados ascendieron de 58 mil en 2015 a 95 mil en 2017. Estamos hablando de casi dos estadios nacionales copados de mujeres agredidas, de ahí que más del 76% de las llamadas recibidas por la Línea 100 hayan sido de mujeres.

La pandemia intensificó un problema que ya existía. Cercó a las mujeres en uno de los espacios de mayor riesgo: su propio hogar, donde tiene lugar el 60% de los feminicidios en el Perú. “La estrategia debería ser evitar que estos casos ocurran —lamenta Denise Ledgard, oficial de gobernabilidad democrática del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), al reconocer el peligro que el aislamiento social implica para las mujeres—, pero en una situación de emergencia debes tener una estrategia que permita darle vuelta a la situación para tratar de llegar a las víctimas”.

AUXILIAR A LAS MUJERES
Para proveer esta ayuda, el PNUD activó la campaña #NoEstásSola, a través de una alianza con el MIMP, distintas municipalidades, la empresa privada y organizaciones comunitarias. Esta iniciativa ha trazado nuevos canales de comunicación para llegar a las mujeres a través de espacios más seguros.

Entre sus acciones, activaron audios informativos en 99 supermercados, 222 farmacias y dos mercados de abastos claves, como el Mercado Central y el Mercado de Frutas. Así, han buscado comunicar a las mujeres que todos los canales de ayuda y auxilio —como las líneas 100 y 105, las comisarías, etc— se encontraban listos para atenderlas y que el toque de queda no era un impedimento para salir de casa en busca de ayuda. También se explicaba la necesidad de repartir equitativamente la tareas domésticas y el cuidado de la casa entre hombres y mujeres, así como la posibilidad de que los hombres buscaran ayuda a través de los mismos canales, en caso de reconocer emociones negativas o la posibilidad de un conflicto.

Paralelamente, en más de una oportunidad se ha podido ver al alcalde de Lima y a varios ministros utilizando mascarillas violetas, como señal de apoyo a las víctimas y reconocimiento de la vigencia de esta problemática en la agenda del Estado. Estas mascarillas, elaboradas por el PNUD y vendidas en supermercados, recaudaron fondos necesarios para apoyar a las dos sedes de la Casa de la Mujer de la Municipalidad de Lima, donde se brinda refugio, alimentación y atención integral a las mujeres víctimas de violencia y a sus hijas e hijos.

NUEVOS CANALES
Convivir con el agresor también dificulta la posibilidad de que las mujeres denuncien las agresiones. El Observatorio calcula que el 70% de las mujeres alguna vez ha dejado de denunciar una agresión, una tendencia que se repite a nivel global. Por eso, se ha hecho urgente la creación de nuevos espacios neutrales de denuncia.

Hasta la fecha, 52 empresas privadas se han sumado a la iniciativa, y la idea es que pasen también a la acción. Por ejemplo, en los supermercados de Cencosud se capacitará personal clave y se creará un protocolo para convertirlos en nuevos puntos de denuncia, atención y derivación de casos de violencia contra la mujer.

“En un país tan fragmentado, donde parece que todos velan por sus propios intereses, es realmente crucial que distintos actores trabajen por un mismo objetivo. En este caso, la mujer”, señala Ledgard, respecto al interés de la empresa privada. El reto es grande y Ledgard admite que “este es un problema que no se va a solucionar con campañas”, aunque resalta el poder de la comunicación para combatir la violencia familiar y de género. “Que la gente sepa qué hay que hacer es vital para generar una transformación”, concluye.

Foto: MIMP

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