Prosperidad
Movilidad sostenible: ¿Dónde estamos y adónde vamos?
La congestión vehicular y la inseguridad en Lima, una ciudad de 11 millones de habitantes, requiere alternativas que permitan a la población transportarse en bicicleta. Sin embargo, pese a que la ciudad cuenta con cerca de 210 kilómetros de ciclovías, menos del 1% de los viajes diarios son realizados en este medio de transporte, según el informe “Propuesta y recomendaciones para la formulación de una estrategia para la Bicicleta en Lima Metropolitana”, del Banco Mundial.
La explicación la da este mismo informe: de 16 ciudades analizadas en el mundo, Lima reportó tener el tercer sistema de transporte público más inseguro, sobre todo para las mujeres, lo que impone mayores barreras de movilidad.
Sin embargo, la crisis sanitaria se ha convertido en una oportunidad para generar nuevos hábitos en la ciudad. Con el objetivo de reducir las aglomeraciones en el transporte público y mitigar los contagios, el gobierno declaró como política de estado la importancia del uso de la bicicleta y la movilidad sostenible, debido a que posibilita el fomento del distanciamiento social.
“Aunque nos falta mucho por hacer en materia de seguridad, nos dio una oportunidad para abrir el debate y priorizar el uso de la bicicleta”, afirma Jenny Samanez, subgerente de Transporte No Motorizado de la Municipalidad de Lima. Por ello, establecieron como meta construir 46 kilómetros de ciclovías temporales, de las cuales diez kilómetros ya están inauguradas y otros diez están en proceso de construcción.
Las nuevas ciclovías buscan interconectar la ciudad con 55 ciclovías ya existentes en 14 distritos. Estas, a su vez, cumplen la función de acercar al ciclista a las líneas del Metro de Lima, el Metropolitano, los corredores viales y los alimentadores; los establecimientos de salud, en casos de emergencia; y bancos, farmacias y mercados, para la compra de productos esenciales.
Para Samanez, la principal diferencia de las ciclovías emergentes con las implementadas en años anteriores es que “se ha considerado dotarlas de más y mejor infraestructura”. Estas vías cuentan con señales verticales, bolardos, tachones, canalizadores y señalización con pintura roja. Así, se busca “otorgar mayor seguridad y confianza, y que más personas decidan utilizar la bicicleta en la ciudad”.
Samanez también indica que se han dispuesto orientadores en las ciclovías que, con el apoyo de la Policía Nacional, educan y sensibilizan a las personas sobre el uso de esta infraestructura. Pero ¿cómo garantizar que este impulso se traduzca en un cambio que se consolidará?
LA MOVILIDAD, MÁS ALLÁ DE LA BICICLETA
No solo el Gobierno, sino también las organizaciones sociales han trabajado para promover el transporte sostenible y dar solución a uno de los grandes problemas en Lima que impide impulsar la movilidad sostenible: la falta de educación vial y el conflicto entre el vehículo motorizado, el peatón y el ciclista.
La Semana de la Movilidad en el Perú —impulsada por Mobilis, una organización que promueve el transporte y la movilidad sostenible, y coordina a nivel nacional la Semana Europea de la Movilidad— comienza el 16 de setiembre y acaba el 22, en el Día Mundial sin Auto, que en el Perú se proclamó en 2010. Esta semana es una oportunidad de sumar más gobiernos locales y regionales —además de los 14 actuales en el país— a la difusión sobre el transporte y la movilidad sostenible.
Natali Valdiviezo —especialista en investigación de Mobilis y organizadora del VI Foro Ciudad, Movilidad y Bicicleta, con ponentes de Barcelona, México y Colombia— asegura que las experiencias de otros países demuestran que la bicicleta no va a ser la única solución para la movilidad en ciudades tan grandes como Lima.
“No solo se requiere espacio para los ciclistas, sino también para los peatones y las personas con movilidad reducida, por ejemplo. Eso es pensar en una movilidad integradora”, explica Natali.
Así, las políticas públicas basadas en información, como conocer cuál es el origen y el destino de los ciclistas urbanos en Lima, permitiría plantear rutas más adecuadas y seguras, y lograr, además, que estos cambios temporales se conviertan en un avance permanente.
“La bicicleta puede ser una herramienta de cambio para mejorar la calidad de vida y la inclusión en el acceso a oportunidades de las ciudades”, asegura el fundador del colectivo Rodando.pe, Gabriel Sarmiento, convencido de que el único camino para que este cambio perdure tras la crisis sanitaria, es fomentar y educar a la población respecto a la movilidad sostenible, a través de charlas y conversaciones por las redes sociales.
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