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Innovación: ¿cómo garantizar más y mejores alimentos para el Perú?
Perú es considerado el país número uno en agrobiodiversidad: cuenta con una variedad de 62 especies de alimentos, entre ellos, más de 4 mil variedades de papa, cientos de ecotipos de maíz y frijoles, y una gran variedad de quinoa y kiwicha. Sin embargo, figura entre los diez países con más hambre de América Latina -de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO)– y, en medio de la pandemia, ha retrocedido diez años en la lucha contra la desnutrición crónica.
¿Cómo un país con una enorme riqueza culinaria puede pasar hambre? Tradicionalmente, el Perú ha establecido estrategias para producir más alimentos y de mayor calidad. Una de ellas es la asistencia técnica a los agricultores en las zonas rurales del país. Pero la estandarización de los cultivos y la producción a escala que se practicó por años en el Perú para alcanzar una agricultura más eficiente, han impedido aprovechar su diversidad en todo su potencial.
A esta conclusión llegó el Grupo Alimenta, con más de 40 años de experiencia en agronegocios, y ante esta problemática se plantearon la siguiente pregunta: ¿cómo desarrollar productos de bajo costo pero nutritivos; ricos, pero a la vez sanos? “Con innovación”, dice convencido Vasco Masías, presidente del Grupo Alimenta. “Se trata de conectar los recursos del país, las bondades del campo, con la alimentación moderna”.
DESARROLLO A LARGO PLAZO
Masías cuenta que comenzaron rompiendo huevos, separando la yema y la clara para diferentes industrias alimentarias en 1997. Lograron conectar la agricultura con la producción de ovoproductos, es decir, productos saludables a partir del huevo, la proteína más completa que existe para mejorar la nutrición, desarrollando soluciones para diferentes industrias y contribuyendo al mismo tiempo a resolver los problemas de malnutrición en Latinoamérica.
En 2007, siguiendo con la búsqueda de superalimentos sostenibles, aprendieron a producir microalgas, que son cultivadas en lagunas, especialmente en el desierto de Ica. “Se trata de un organismo muy sencillo que se alimenta de luz solar, CO2 y de algunos nutrientes, y tienen la capacidad de producir proteínas, colorantes y nutracéuticos”, explica Masías. Estas propiedades tienen innumerables aplicaciones y, advierte, tendrán una demanda exclusiva en el futuro.
“Actualmente hay tres grandes apuestas para la alimentación humana del futuro, adicional a la que normalmente comemos: la carne cultivada de laboratorio, el cultivo de insectos y el cultivo de microalgas. Nosotros apostamos por las microalgas, porque es natural, además, captura carbono y puede producir una gama muy grande de alimentos”, explica Masías. Hoy, producen a gran escala y atienden a diferentes clientes, locales e internacionales.
HACIA UNA AGRICULTURA INNOVADORA
Sin investigación no hay innovación. Un ejemplo de ello es el proyecto de la Compañía Minera Poderosa en conjunto con el Centro Internacional de la Papa (CIP) y el Instituto Nacional de Innovación Agraria (INIA). Comenzaron trabajando hace 15 años en la sierra, principalmente en los distritos rurales de Curgos, Julcán y Pataz -sus áreas de influencia, en la región La Libertad, departamento que ocupa el tercer lugar en producción de papa en el país-, promoviendo el desarrollo sostenible e integral de las comunidades por medio de planes estratégicos participativos con las poblaciones.
“Comenzamos a trabajar apoyándolos con asistencia técnica y la incorporación de variedades de papa comerciales, como Canchan, Yungay, Amarilla. Sin embargo, estas a veces responden bien, a veces van mal, principalmente por los factores climáticos”, explica Juan Miguel Pérez Vásquez, Secretario Ejecutivo de Asociación Pataz, una ONG del ámbito corporativo de la compañía minera Poderosa.
Así, en 2017, nació la idea de trabajar materiales genéticos propios para generar nuevas variedades de papa que se ajusten a necesidades específicas. “La agricultura rural de la zona andina se mantiene con manejos tradicionales. Para sacarla adelante y elevar el nivel de la agricultura de la sierra recurrimos a la innovación. La innovación debe ser un enfoque para el desarrollo de la agricultura tradicional”, explica Pérez.
Lanzaron hace cinco años la variedad INIA-325 Poderosa, resistente a la Rancha, considerada una de los depredadores más devastadoras del cultivo de la papa a nivel mundial. Esta nueva variedad rinde 60% más toneladas por hectárea, que las variedades Amarilis y Canchan y el costo de producción se reduce un 30%. Con esta nueva variedad, se ha producido un aumento de ingresos por hectárea que pasó de S/ 22.500 a S/ 35.500.
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Actualmente, desarrollan nuevas variedades de papa: tolerantes a las heladas, “en las temporadas del año más frías”; tolerantes al calor, “para las zonas con características tropicales”; biofortificadas, es decir, con mayor contenido de hierro y zinc, “orientadas a la lucha contra la anemia y la desnutrición crónica, especialmente infantil”, enumera Pérez. Incluso se encuentran investigando una variedad específica para frituras destinadas a pollerías.
“Al introducir procesos y metodologías innovadoras en los manejos de los cultivos tradicionales de la sierra andina, vamos a poder obtener mejores productos: más sanos, y más rentables, asegurando mejores ingresos para alrededor de 1.100 familias, a quienes les proveemos estas semillas para mejorar sus ingresos”, agrega Pérez.
PROTOCOLOS AL CAMPO
Si bien en un inicio de la pandemia las ventas en los mercados se paralizaron, y buena parte de los cultivos también, estos retomaron estableciendo protocolos -uso de mascarilla, distanciamiento social, lavado de manos- no solo durante la cosecha en los experimentos sino también en campos para la producción de semilla. Esto permitirá a Poderosa y al CIP continuar con la investigación y el suministro del producto.
Para el Grupo Alimenta, la pandemia ha sido una oportunidad para reafirmar su propósito. “La importancia de tener una misión altruista a largo plazo alimenta, nutre y guía el corto plazo”, afirma Masías, convencido de que conectar la agricultura con la producción de alimentos nutritivos permitirá generar los cambios reales en el sistema alimentario del Perú y el mundo, para garantizar el cumpliento del Objetivo de Desarrollo Sostenible 12: Producción y Consumo Responsables, y hacer más y mejor con menos recursos.
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