Pactos

¿Cómo acercar la educación a los niños y niñas más alejados?

REDACCIÓN CONTENTLAB

Sep 10, 2021

Una actividad tan cotidiana desde que comenzó la pandemia, como encender una tablet o una laptop y conectarse a clases, es prácticamente imposible, un deseo truncado, en algunas partes del Perú. La escasa conectividad en zonas como Puno o Amazonas impide a muchos estudiantes incluso realizar una simple llamada telefónica, y con la pandemia este problema se ha agravado.

Según la Encuesta Nacional a Instituciones Educativas (ENEDU) 2019, en Río Santiago, uno de los tres distritos que componen la provincia de Condorcanqui, en Amazonas, solo el 3.2% de las instituciones educativas tenía acceso a internet. Esto implicó que programas como Aprendo en Casa -implementado por el Ministerio de Educación, y desplegado por radio, televisión y web- no haya podido ser aprovechado.

En la provincia de Huancané, en Puno, en la frontera con Bolivia, a tres horas de la capital, las brechas existentes son igualmente visibles. “Debido a lluvias y truenos, la señal radial normalmente se cae. Tampoco hay agua potable ni equipamiento tecnológico de las aulas”, explica Sara Benites Orjeda, jefa de proyectos de Practical Action, una organización con sede en Inglaterra que fomenta la articulación entre el Estado y las comunidades vulnerables en el Perú.

 

“Siete de las ocho escuelas en Puno tienen acceso a energía eléctrica. Sin embargo, es intermitente”, agrega Benites. Se refiere a las escuelas que atiende en Puno el proyecto Futuros Brillantes, el cual busca mejorar las condiciones y la calidad de los servicios educativos que brindan a estudiantes de inicial y de primaria en zonas rurales y de frontera. 

El proyecto, que surgió en 2019, un año después de la implementación de la Política de Atención Educativa en Ámbitos Rurales del Ministerio de Educación, instaló la discusión sobre la urgencia de pensar en una intervención del modelo. De la mano del MINEDU, se propusieron dos objetivos: que los estudiantes logren culminar la educación básica, mejorando los aprendizajes de los estudiantes y las estrategias pedagógicas de los profesores, así como fortalecer el manejo del castellano, especialmente las lenguas originarias de las comunidades Aimara, Awajún y Wampis.

Pese a las dificultades, Benites es optimista. “Hemos encontrado comunidades educativas bastante participativas y abiertas, con mucho interés en el desarrollo educativo de sus hijos”. 

Actualmente, dirigen un piloto de 16 escuelas, 8 en Puno y 8 en Amazonas, en las zonas más retadoras del país, mejorando sus servicios e impactando de manera directa a estudiantes y docentes. Un trabajo de tres años de duración, hasta diciembre de 2022, que contribuirá con el Objetivo del Desarrollo Sostenible 4: Educación de calidad.

UNA NUEVA ESCUELA RURAL
Futuros Brillantes busca asegurar a los estudiantes colegios con servicios básicos: desde energía, agua y saneamiento a través del calentamiento del agua, paneles solares y biodigestores, hasta biohuertos para aportar a una alimentación balanceada. También ofrecen capacitación a las familias y los docentes para fortalecer a la comunidad educativa. Pero, incluso van más allá brindando equipamiento tecnológicos y fortaleciendo las capacidades de los estudiantes y los profesores.

“Les facilitamos tablets con aplicativos diseñados para apoyarlos de manera dinámica en su aprendizaje y contribuir al manejo de las nuevas tecnologías. Estas herramientas les permiten aprender comunicaciones y matemáticas en su lengua materna, y les facilita aprender castellano como segunda lengua”, detalla Benites.

EL GRAN RETO
El 2020, ante las dificultades y oportunidades que propició la pandemia, iniciaron una visión renovada del proyecto: construir un modelo de escuela bilingüe, intercultural, tecnológica y sostenible, y replicarlo. Sin embargo, este cambio los enfrenta a un nuevo reto: cubrir la brecha de financiamiento que les permita volverla una realidad.

“Es urgente intervenir con un modelo que marque una ruta de atención articulada para trabajar en zonas rurales y de frontera”, afirma Ojeda. “Queremos, junto con el MINEDU, proponer el escalamiento de este modelo para que todo gobierno local lo pueda implementar en los colegios, ya sea con recursos públicos o privados”, agrega.

Hasta ahora, están a un 70% de cumplir el objetivo de financiamiento. De lograrlo, más de 225 mil estudiantes contarán con aplicativos educativos para aprender castellano, 150 mil tendrán acceso a apps que les permitan aprender comunicación y matemáticas en su lengua originaria, y más de 650 estudiantes en escuelas con servicios mejorados.

Así, los esfuerzos para que más niños y niñas vulnerables tengan acceso a una educación de calidad estarán más cerca de hacerse realidad.

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