Calidad del aire: ¿qué protocolos y controles sigue la minería?

El respeto de los reglamentos, el uso de tecnología y la participación de toda la cadena productiva suman a este propósito.

Redacción ContentLab

El sector minero es una de las industrias más fiscalizadas, no sólo desde el Estado sino desde la misma sociedad, que alza su voz de protesta cuando un proyecto no cumple con los estándares y obligaciones a los que se comprometió. Por esa razón son las propias mineras las que han elevado sus estándares en lo laboral, las operaciones, la productividad, la seguridad y, sobre todo, el cuidado ambiental. Un claro ejemplo son los criterios ambientales implementados en las operaciones en los últimos años, con estándares de calidad ambiental (ECA) aprobados según lineamientos internacionales.

Claudia Pozzo, gerente general de Modelambiente –empresa especializada en medir calidad del aire en el sector minero–, destaca que las operaciones son muy cuidadosas en este tema, no sólo debido a una responsabilidad con el ambiente sino también por un interés en términos de reputación. La gran mayoría de operaciones tienen matrices listadas en bolsas de valores internacionales, y una afectación ambiental podría impactar de forma negativa en el valor de sus acciones.

Bajo ese enfoque, los ECA son un componente clave. Según la definición del Ministerio de Ambiente, los ECA fijan los valores máximos permitidos de contaminantes. Su propósito es garantizar la conservación de la calidad ambiental mediante el uso de instrumentos de gestión ambiental sofisticados y de evaluación detallada.

Las operaciones son muy cuidadosas con este tema, no solo debido a una responsabilidad con el ambiente sino también por un interés en términos de reputación.

Pozzo comenta que, con este objetivo, se hacen mediciones recurrentes de la calidad ambiental en poblaciones aledañas a las operaciones o en puntos sensibles, como cuerpos de agua, bofedales y áreas con presencia animal o flora. En el caso del aire, se controlan límites máximos permisibles de concentración de diferentes componentes:

– Dióxido de azufre

– Material particulado con diámetro menor o igual a 10 micrómetros (PM-10)

– Monóxido de carbono

– Dióxido de nitrógeno

– Ozono

– Plomo

– Sulfuro de hidrógeno

De la misma forma, se hace un control similar —de acuerdo a parámetros ambientales— de la presencia máxima de partículas en suelo y agua.

CONTROL DE PARTÍCULAS
Para fortalecer el sistema de control ambiental, las compañías mineras hacen uso de tecnología de avanzada. Luis Ayala, gerente del área socioambiental de la consultora Gema, remarca que en las cuatro fases del desarrollo minero (exploración, explotación, procesamiento y fundición) se libera material particulado que va al ambiente. El gran objetivo del sector minero ha sido —y sigue siendo— controlarlo.

Pozzo explica que, por ejemplo, en la etapa de la explotación y en tajos abiertos, las voladuras y los caminos de acceso emiten material particulado. Pero hoy, bajo metodologías exigentes, se logra controlarlo. “En las voladuras se usan mallas, se establecen horarios y todo se hace cuidando los vientos, para que no se orienten hacia un centro poblado, evitando su dispersión”, indica.

En los procesos de molienda minera también se emiten partículas. Para ese efecto se han establecido soluciones de mitigación. Uno de los casos más interesantes es el de Southern Perú en Cuajone (Moquegua). En su ampliación de 2013, la minera construyó un domo de 114 metros de altitud para encapsular su operación de molienda. No sólo eso: se automatizó el proceso, reduciendo a cero la presencia humana, por lo que los trabajadores sólo ingresan al área para actividades de mantenimiento.

Del mismo modo, el transporte minero por carretera demanda el uso de camiones encapsulados y protocolos exigentes, como la humectación del concentrado y el uso de mallas, así como el riego de las vías de transporte.

PARTICIPACIÓN DE LA CADENA
El enfoque de cuidado ambiental es internalizado por los trabajadores de la compañía minera y por los contratistas del sector. Claudia Pozzo remarca que, por ejemplo, lineamientos como el control de las emisiones de carbono es una preocupación que comparten las mineras y sus contratistas. Por ese motivo, las empresas renuevan sus flotas de transporte y equipos motorizados, con miras a alinearse al sistema de gestión ambiental y control de emisiones.

“Las empresas mineras no sólo miden la huella de carbono en su zona de operación, ahora también lo hacen en todo el trayecto desde donde se transportan los proveedores y se traen los insumos, entre otros puntos. Y esto sólo lo logran con el compromiso de sus proveedores y contratistas”, indica.

Además de la preocupación de los contratistas por el cuidado ambiental, está el genuino interés de las comunidades por conocer las acciones de control en esta materia. Luis Ayala destaca que esta acción forma parte del Reglamento de Participación Ciudadana de Actividades Mineras (D.S N° 028-2008-EM), que remarca que la empresa debe permitir el monitoreo periódico de las comunidades respecto a la calidad del aire, suelo y agua. “La comunidad se organiza y nombra una comisión que cada cierto tiempo evalúa los aspectos de calidad ambiental”, señala.

En paralelo, el Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental (OEFA) supervisa periódicamente el cumplimiento de los máximos permitidos. La OEFA vela porque las exigencias ambientales se cumplan sobre la base de los estudios de impacto ambiental que las propias empresas han presentado y que contienen las características ambientales de la operación y los puntos de monitoreo. “Estos instrumentos se convierten prácticamente en ley. Es una obligación cumplirlos”, afirma Ayala.

De esta forma, se logra un engranaje de control ambiental multidimensional, en el que las corporaciones matrices, el Estado, las comunidades, la sociedad civil y la opinión pública mantienen un latente interés, velando porque las exigencias ambientales se cumplan y la calidad del aire se preserve.