Diana Foronda: “La inteligencia es lo que nos hace bellas”

T odo en ella es llamativo. El verde neón de su cabello. Su cuerpo tatuado como lienzo. Sus piercings. Sus anillos. Sus uñas pintadas de verde. Nadie puede ser indiferente ante la presencia de Diana Foronda, vocalista del grupo Área 7. Esa primera impresión, de seguro, impulsa a algunos a tildarla de rebelde, irreverente, desadaptada o cualquier adjetivo que refleje una actitud disruptiva en una joven de 34 años. Pero, bajo su quijada, ella lleva tatuada una palabra que la define mejor: “libre”.

Sus manos, cuando se juntan, portan otro poderoso mensaje: “Libre de Crueldad”. Su cuerpo muestra aves y luciérnagas, imágenes que para ella son alusivas a ser y sentirse libre. “La libertad es lo más importante para vivir”, afirma Diana. “Me siento libre por la manera como llevo la vida y por la poca atención que le presto a lo que dicen los demás sobre mi apariencia. Ser buena persona es lo que importa. Ese es el mantra que me acompaña siempre”.

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Anaí Padilla

"Encontré la belleza en amarme tal cual soy"

Diana comenzó a definir su estilo a los 15 años. Su incursión en la música como estudiante de guitarra eléctrica la llevó a conocer referentes como Marilyn Manson, Courtney Love o Kurt Cobain, quienes se convirtieron en su inspiración. “Mi mamá pensó que era una etapa”, recuerda. “Pero no fue así. Había muchos problemas en casa y la música se convirtió en mi escape. A ese mundo me aferré, hasta que mi mamá me dijo ‘haz lo que quieras, pero, si no consigues trabajo por tu apariencia, no me llames’. Tuve claro, desde entonces, que era una responsabilidad intervenir mi cuerpo. Salir adelante siendo como soy se convirtió en un reto”.

Estudió Comunicación y Diseño Gráfico en la Universidad San Martín de Porres. Ese mundo, más abierto y permisivo, la hizo sentir cómoda para seguir buscando su propia identidad. Por ese entonces decidió intervenir partes de su cuerpo que no le convencían. “Lo más arriesgado fue quitarme las cejas”, dice entre risas. “Me gustaba mi mirada, pero no me sentía a gusto con mis cejas. Aparte, odiaba maquillarlas. Así que las tatué”. Luego, el blanco fue su cabeza. “No quería para nada mi cabello, porque no era ni lacio ni con bucles. Entonces, opté por hacerme ‘dreads’. Tenía como 18 años”.

Adoptar ese estilo propio de la cultura rastafari implicó para Diana aprender a dedicarle más tiempo a su cuidado personal. “Esa época me enseñó a cuidarme. Me maquillaba, me preocupaba por verme arreglada. Aparte, los ‘dreads’ hay que lavarlos y secarlos bien, para evitar que huelan mal. Requieren de mucho cuidado, a diferencia de lo que la gente piensa”, explica la cantante.

"Salir adelante siendo como soy se convirtió en un reto".

El tono de cabello que marcaría su estilo, en cambio, no resultó de la experimentación. Diana tenía claro que lo quería verde, como lo lució alguna vez Gloria Calavera, la esposa del músico brasilero Max Calavera; un color que aún mantiene –a partir de tintes vegetales o papel crepé– y que roba todas las miradas. “Uno se acostumbra a que la gente te mire con mala cara o que los niños te toquen. A los 18 años me peleaba en la calle con ese tipo de personas. Ya no. Aprendí que todo se demuestra con hechos y yo no le hago daño a nadie”.

Su hermana gemela, con una apariencia más hippie que metalera, lleva el cabello largo y al natural, así que muchas veces su imagen ha servido a Diana como un espejo. “Cuando veo a mi hermana, me digo: ‘así sería yo al natural’”, comenta entre risas. “Pero no me cuestiono. Me gusta mi estilo, me divierte y me relaja. Aparte, no me hace sentir menos femenina. Todo lo contrario. Soy de lo más femenina. Me encanta ser mujer. Me encanta ser una mujer distinta”.

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"Me siento libre por cómo llevo la vida y por la poca atención que le presto a lo que dicen los demás".

No lo dice de la boca para afuera. Ella transmite seguridad. Ella refleja confianza en sí misma. “La música me dio carácter”, comenta. “Tocar en vivo frente a un público que te grita o actúa algunas veces de forma salvaje te fortalece el espíritu. En la música me encontré. Ahora me pongo en el lado de la otra persona que me mira y la perdono, porque no es ignorancia sino curiosidad. Ese otro no me conoce. Estamos acostumbrados a asociar la belleza solo con lo de afuera. Y la inteligencia es lo que nos hace bellas”.

Escribe: Mirelis Morales
Fotos: Lucía Ríos

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