En primera línea: historias del personal de boticas que ha luchado contra la COVID-19
Las boticas son punto de orientación en salud para prevenir contagios y dispensar medicamentos para que la población trate sus males y afecciones.
Desde que inició la emergencia sanitaria, los profesionales y trabajadores de la industria farmacéutica han laborado de manera ininterrumpida para proteger la salud de los peruanos. Ese compromiso de cuidar nuestra salud no ha cambiado. Los colaboradores de Inkafarma son un ejemplo de ello. Su vocación de servicio se ha mantenido inquebrantable, a fin de garantizar el acceso a medicamentos de calidad, seguros, efectivos y asequibles a la población.
Luis Alberto Guzmán es químico farmacéutico en la botica de Caballococha, una ciudad de Loreto próxima a la triple frontera, entre Perú, Brasil y Colombia. Trabajar en uno de los lugares más recónditos del país no es fácil y menos durante la pandemia. Los contagios han tenido picos muy altos por las variantes de coronavirus y mucha gente ha muerto. Sin embargo, Luis Alberto nunca ha dejado de atender con esmero y dedicación a cada persona que acude a su local. Sabe que sus esfuerzos valen la pena. “La población reconoce a la boticas como punto seguro de orientación en salud”, afirma con orgullo.
El mismo sentimiento comparte Giovanna Chávez, quien labora en Huancayo. En las semanas más críticas del confinamiento, tuvo que caminar más de una hora para llegar a su botica y pese al cansancio nunca se rindió. La impulsaba saber que la atención en los servicios de salud era limitada. La población estaba asustada y era momento de transmitirle seguridad y confianza de que podían acceder a sus medicinas. “Mientras tenga fuerzas seguiré combatiendo este virus desde mi puesto de trabajo”, señala con firmeza esta joven químico farmacéutica.
Charito Suárez también lucha en primera línea contra el coronavirus en la ciudad de Pucallpa, donde es Directora Técnica en una de las boticas de la cadena. Reconoce que al inicio de la pandemia tuvo miedo de contagiarse y poner en riesgo a su familia. No obstante, siempre supo que las boticas no podían parar porque protegen la salud de las personas. “Teníamos que seguir adelante y continuar orientando a la población y toma adecuada de sus medicamentos. Esto nos permitió salvar muchas vidas”, refiere tras confesar que se siente muy orgullosa porque contribuye a que más peruanos tengan mejor atención en salud.
La historia de Rita Echenique es ejemplo de que no existen obstáculos cuando se quiere ayudar. Ella es técnico de Farmacia y una sobreviviente de cáncer. Debido a su condición no puede asistir a las boticas. Sin embargo, encontraron una manera de que pueda seguir trabajando, cuidando su salud y contribuyendo al bienestar de la población. Por eso, hoy está en el área de servicio al cliente de Inkafarma. Me siento muy feliz de poner mi granito de arena en estas difíciles circunstancias. Juntos vamos a vencer este virus”, indica con optimismo.
Estas historias recuerdan el valor de cada miembro del equipo de Inkafarma y reafirma su compromiso de que más peruanos tengan mayor acceso a la salud, sin importar el lugar donde se encuentren.
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