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Diego Milla: “Vengo de una madre bailarina,
bailo desde que pude estar en pie”

REDACCIÓN CONTENTLAB
28 de agosto, 2024

Deberíamos considerar perdidos los días en que no hemos bailado al menos una vez“, decía Friederich Nietzsche, uno de los más grandes pensadores del siglo XIX. Si hacemos caso al alemán, podemos decir que, a sus 31 años, Diego Milla ha tenido muy pocos días perdidos en la vida

Nacido en un hogar de artistas en el que su madre ―también bailarina― fue desde siempre su mayor motivadora, Diego estuvo en contacto con su cuerpo desde que abrió los ojos al mundo. Ajeno a los prejuicios absurdos que suelen etiquetar a la danza como una actividad femenina, a los siete años ya se dedicaba a bailar. “He podido crecer en un ambiente rodeado de arte. No todo el mundo corre con esa misma suerte de tener apoyo para dedicarse a esta carrera siendo hombre en el Perú”, reflexiona hoy desde el Teatro Municipal de Lima, donde destaca como solista del Ballet Municipal.

Diego Milla: un día en su vida como bailarín

A base de disciplina, esfuerzo y una gran pasión, Diego cumple con una agenda muy cargada que le deja pocas horas para el descanso.

6:00 am

Despierta antes de que puedan verse las primeras luces del sol y, después de desayunar, se traslada desde Surco, donde vive, hasta el Teatro Municipal de Lima, en el centro histórico de la ciudad. Junto con el elenco del Ballet Municipal de Lima, hace trabajos de barra, de centro y de saltos, para después pasar al ensayo de “Carmen” y el estreno mundial de “Suite de Elton John”, a estrenarse el 26 de setiembre. Los pequeños descansos son aprovechados por Diego y sus compañeros para mantenerse hidratados, una necesidad vital que, en aquellos que hacen ejercicio, puede incluso marcar la diferencia entre una buena performance y un día de bajo rendimiento.

1:00 pm

A pesar de que su rutina varía de acuerdo a las temporadas de trabajo, Diego intenta siempre respetar una misma hora de almuerzo, a la una de la tarde. Sin tiempo para el descanso, muchas veces pasa después por el gimnasio. Y por si fuera poco, luego empieza otra larga jornada en la que ensaya obras, dicta clases y se presenta en los escenarios. Actualmente trabaja por las tardes en el montaje de “Alma Mía”, producido por Dactilares Perú, cuyas últimas funciones son el 27 y 28 de agosto. Lo normal en él es terminar con sus obligaciones a la medianoche.

12:00 am

Para este momento Diego puede no haber cenado y estar recién camino a hacerlo, pero lo que no puede pasar por alto es la hidratación. “Intento durante todo el día mantenerme hidratado, porque mi carrera y mi día a día lo necesitan”, explica. Aún así, tiene como regla llegar a casa y tomar otro vaso de agua. Luego es momento de comer y, cerca de la una de la mañana, finalmente va a la cama para descansar por cinco horas.

Convivir con la presión de una vida cien por ciento enfocada en la danza y el ballet es un hábito al que Diego no solo está acostumbrado, sino que es parte de su identidad. A los 14 años empezó a representar al Perú en el extranjero y con apenas 16 años aceptó el reto de vivir un año entero solo en Sao Paulo, donde fue becado por un reconocido maestro.

Las primeras semanas se sintieron como unas vacaciones en el paraíso, pero poco a poco la sensación de estar lejos de la familia cobraba mayor fuerza. Extrañaba las celebraciones por el Día de la Madre, los almuerzos familiares de cada domingo, los cumpleaños de sus amigos. Pero cuando estaba cerca de rendirse, venía a su cabeza la imagen de su tía, la hermana de su madre, quien a los 19 años había dejado el país para dedicarse de lleno a la danza en Alemania. Superando mil obstáculos había logrado hacerse un nombre en una cultura completamente distinta, demostrándole que los sacrificios bien valían la pena.

Su madre fue también un gran apoyo. “Ella estaba ahí para decirme ‘aguanta, tú puedes. Tienes que soportar, esto va a ser importante para ti’. Ahora lo agradezco. Mi crecimiento, tanto artístico como personal, fue tremendo”, recuerda.

Quince años después de esa experiencia, Diego es un bailarín consolidado no solo en el ballet, sino en las distintas ramas de esta actividad. Y aunque tuvo un difícil receso durante la pandemia, cuando perdió su posición como solista principal y se alejó de la danza, teniendo que combatir incluso contra la depresión, su regreso a tiempo completo le ha hecho recordar cuánto ama su estilo de vida.

Estoy en un mejor momento que el Diego de antes por la madurez, por lo que me hizo vivir la pandemia, por cómo veo ahora la danza. Lo disfruto muchísimo más. Me miro en el espejo y me gusto, y eso es importante”, afirma.

La cantidad de agua que una persona necesita es variable, de acuerdo a su peso y a las diversas actividades que realice durante el día. En general, según la recomendación de la OMS, un adulto sano necesita aproximadamente 35 ml de agua al día por kilo de peso.

Una persona
de 60 kg necesita

2,1 litros

Una persona
de 80 kg necesita

2,8 litros

Pasión y disciplina. Eso es la danza para Diego. Una disciplina casi militar, piensa. Un día a día cargado de responsabilidades y compromisos consigo mismo y con quienes lo rodean, pero lleno de satisfacciones por mantenerse firme en el camino que le hace sentir realizado. “Vengo de una madre bailarina, bailo desde que pude estar en pie. El ballet es mi vida entera, es lo que yo soy”, dice con firmeza.

Tiene claro que algún día dejará su cargo como solista, pero está convencido de que nunca abandonará la danza. Por eso, en paralelo a su trabajo como bailarín ha iniciado una carrera como director de la agrupación de danza contemporánea Dactilares y ya tiene un nombre ganado como coreógrafo. Así traza el camino para un futuro en el que el fuego de su pasión se mantenga vivo y llegue a nuevas generaciones.

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