El 11 de febrero se celebra a nivel mundial el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia. ¿Por qué en 2022 es fundamental conmemorar este día? 

Cientos de mujeres en nuestra historia marcaron hitos en las STEM, que es el acrónimo inglés para denominar los campos de estudio de la ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas. Hicieron aportes invaluables que cambiaron nuestra forma de vivir y entender el mundo, y lo lograron a pesar de tener un camino minado por los estereotipos y prejuicios de género e incluso la discriminación. 

¿Sabías que fue una mujer astrónoma y astrofísica quién descubrió que el Sol estaba compuesto en su mayor parte por hidrógeno? Durante la investigación para su doctorado en 1925, Cecilia Payne-Gaposchkin llegó a la conclusión de que las estrellas están compuestas de hidrógeno y helio, un descubrimiento revolucionario que cambió la manera de entender la astronomía, a pesar del cual tardaron años en darle el puesto de profesor en Harvard, solo por ser una científica mujer. ¿Conoces el nombre del científico que descubrió la doble hélice en la estructura del ADN? Pues fue una química y cristalógrafa de rayos X, Rosalind Franklin, quién logró este avance en los años cuarenta, en Londres. Sin embargo, nunca fue reconocida con un premio Nobel por sus hallazgos, como pasaba con sus colegas. 

Por eso la historia de las mujeres en la ciencia es, sobre todo, de niñas y adolescentes curiosas, perseverantes y valientes que decidieron, a pesar de todo, perseguir su sueño de ser científicas, matemáticas, programadoras, astrofísicas, ingenieras, médicas, químicas, biólogas, entomólogas, entre muchas otras profesiones pioneras que surgen de la investigación y los avances tecnológicos. 

Seguramente otras miles se quedaron en el camino debido a este panorama hostil que les imponía dedicarse a trabajos más acordes con el rol de género aceptado socialmente, como encargarse exclusivamente de las labores del hogar, tener a cargo el cuidado de otros miembros de la familia como hermanos menores o familiares enfermos, por la falta de apoyo familiar o porque no existió una oferta educativa orientada a mujeres, con propuestas que incluyan a las niñas y a las adolescentes desde su formación en el colegio. Y aún hoy, casi un siglo después, estas barreras y estereotipos de género existen.