“Antes le daba miedo hablarme en quechua, pero ahora la siento más contenta, más confiada conmigo”, cuenta Renata, desde Huamanga, en la región de Ayacucho. “Yo le canto en quechua, ella me apoya bastante”.

Con su proyecto musical, uno que combina géneros como el pop, el trap, el hip hop con el huayno o la danza de tijeras, Renata Flores no sólo ha impactado la escena artística, sino en las relaciones con sus seres queridos. Ese, tal vez, sea uno de sus grandes triunfos.

UN MUNDO POR DESCUBRIR

Desde hace un tiempo, durante dos horas de las mañana de los martes, jueves y viernes, Renata Flores estudia quechua con un maestro personal. Gracias a su conocimiento de esta lengua, cada vez más grande, la cantante ha conseguido componer las letras y la música de su primer álbum, Isqum, que significa “nueve” en quechua. 

“En la cosmovisión andina el número nueve es el reflejo del alma”, dice Renata. “El quechua es todo un mundo muy diferente al español. Con unos valores y enseñanzas que estoy tratando de aprender”. Es así como la joven intérprete honra la historia y legado de sus antepasados y, a través, de las letras de sus canciones busca revalorizar nuestra cultura y llevarla a los más jóvenes.

The New York Times denominó a Renata como la “reina del trap” en quechua.

Varios de los temas de Isqum llevan los nombres de reconocidas mujeres andinas que representan estos valores: Chañan Cori Coca, Francisca Pizarro, Beatriz Clara Colla, Rita Puma Justo, María parado de Bellido. Todas ellas son mujeres que desde su autenticidad, coraje y resistencia lucharon por desafiar los esquemas sociales, quebrar el status quo; convirtiéndose así en inspiración para las niñas, incluso de los lugares más alejados, que también se atreven a soñar en grande, soñar osado.