Construcción

Yuly Gambini

Profesión: Por terminar la carrera de Finanzas Corporativas (UPC)
Edad: 38 años
Lugar de nacimiento: Uco, provincia de Huari (Áncash)
Meta: Velar por la seguridad e integridad de todos sus colaboradores, posicionándolos como capital humano, y seguir dando trabajo a muchos más peruanos

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Diana Hidalgo
Lunes 31 de agosto de 2020

Una niña cosecha maíz en el campo. Todos los días corre en la chacra, juega con el ganado, aprende los nombres de las plantas e insectos que la rodean. Vive con sus padres y sus seis hermanos. La vida en el pequeño pueblo de Uco, un distrito de apenas 1600 habitantes en la provincia de Huari (Áncash), es silvestre, alegre y tranquila. Pero después llega 1989. Sendero Luminoso y los militares toman la zona, cercada por montañas altísimas y repleta de un verde que camufla las acciones violentas y clandestinas del terrorismo. Yuly tiene siete años. Empiezan las bombas, el miedo, el amedrentamiento, la desesperación. Yuly sigue en calma. La vida aun es un juego. Pero el terror avanza cada vez más rápido y más fuerte. Sendero Luminoso quiere reclutar a la fuerza a sus hermanos de diez y doce años. Los padres de Yuly no lo permitirán. La familia alista un camión para sacarlos de Uco sin que nadie se entere. Los internan mezclados entre costales de maíz que la familia ha cosechado. Los cubren con choclos hasta que no se vean ni sus pestañas. El carro arranca raudo para Huaraz. Yuly se despide, pero no llora. Los hermanos desaparecen en el camino. La familia se queda unos meses más, hasta que, en 1991, se arman de valor y toman un carro para Lima. Allí se reúnen todos y empiezan a construir una casa en Puente Piedra.

“Ahora tiene 150 colaboradores y cuatro plantas industriales, y está por abrir una más, con dos nuevas unidades de negocio. Así, recalca, podrá dar trabajo a más peruanos”.

La vida de ciudad es muy distinta, pero a Yuly le gusta. Sus papás les dicen a sus hijos que “la única manera de salir adelante es estudiando”. Ellos hacen caso. Cuando Yuly tiene 13, su madre muere de cáncer. Llora, pero no se ensimisma en eso. Quiere salir adelante, seguir luchando. “Yo no la pasé bien cuando mi mamá murió, pero decidí no quejarme. Decidí hacerme mejor persona y ser un ejemplo… La decisión es tuya”, reflexiona. Cuando acaba la secundaria, su papá la sienta en la mesa del comedor de su casa y le dice que, con sus posibilidades, lo único que puede ofrecerle es pagar una carrera técnica. Yuly se alegra. Va a la calle Alfonso Ugarte, en el Centro de Lima, y se matricula en el instituto Cesca, para estudiar Computación e Informática. Sacaba buenas notas. Le dieron media beca. A los 19 se gradúa, arma su currículum y se presenta en una empresa de postes de luz. La contratan como practicante. Trabaja en logística y después en ventas. Está en un ambiente muy masculino, lleno de ingenieros y contratistas, y no puede quedarse atrás. Para seguir avanzando, se matricula en la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI) donde lleva cursos libres de cálculo e ingeniería.

Ascendía porque era sobresaliente, pero a veces trabajaba el doble. A algunos ingenieros no les gustaba que ella esté al mando y hacían comentarios desagradables al respecto. Violencia de género, para decirlo con todas sus letras. Porque era joven y mujer. Solo por eso. Yuly no quería quejarse, ni mucho menos victimizarse. Quería actuar, como lo había hecho durante toda su vida. La verdad, como ella dice, nunca le ha quedado tiempo para la queja. Entonces, se atrevió a hacer lo que muchas no hacen por temor: enfrentarlos. Pidió una reunión con el ingeniero que no la tomaba en serio y con el gerente. Para entonces, ella y su asistente eran las únicas mujeres que trabajaban en la empresa. Yuly venía leyendo los escritos de la pensadora, escritora y feminista Flora Tristán. Para lo que estaba viviendo, “eran como caídos del cielo”, piensa hoy. 

– Lo que yo pido es igualdad –dijo con claridad.
– Él tiene la posibilidad de ganar más que yo, ¿por qué? Eso se llama machismo –agregó.
– Yo estoy acá, en esta posición, porque hago bien mi trabajo –siguió argumentando.

Los dos hombres se quedaron sorprendidos, pero de alguna manera encontraron verdad en lo que ella decía. Además, el gerente y el ingeniero eran conscientes de que, cuando Yuly entró a trabajar a la empresa, la compañía pasaba por una crisis, a punto de la quiebra, y el trabajo de Yuly fue fundamental para sacarla a flote. Después de la conversación, le subieron el sueldo. Siguió por varios años más en la empresa y llegó a ser gerenta, pero, cuando le llegó la maternidad, en el 2013, decidió cumplir el sueño de la empresa propia y fundó “Magra”, una compañía de logística y materiales de construcción. 

“La verdad, como ella dice, nunca le ha quedado tiempo para la queja”

Ahora tiene 150 colaboradores y cuatro plantas industriales, y está por abrir una más, con dos nuevas unidades de negocio. Así, recalca, podrá dar trabajo a más peruanos. Es un negocio familiar, además. Trabaja con sus hermanos y su esposo. “Todas las oportunidades están ahí. Solo hay que aprovecharlas… Hay que saber mirar”, dice. 

En su planta industrial de Puente Piedra hay una huertita de 100 metros que ella misma armó. Allí, la mujer, madre y empresaria Yuly Gambini cosecha lúcuma, chirimoya, rabanito, acelga, papaya, manzanilla, naranjas y duraznos. “Hay que recordar de dónde venimos y nunca negarlo. Yo digo con orgullo que vengo de Uco”. Así, con su historia, Yuly espera inspirar a cientos de peruanos emprendedores a que busquen sus oportunidades y sus propios caminos. “Están ahí… están ahí”, vuelve a decir. 

Una carrera llena de éxitos

En siete años al mando de su propia compañía, Yuly se ha consolidado como una empresaria de alta gama, con espíritu innovador y convicción para buscar lo mejor para sus colaboradores.

Empresaria destacada

Este año recibió el reconocimiento especial LEC – Líderes Empresariales del Cambio, que reconoce a quienes con coraje, inversión e innovación aportan de manera significativa al crecimiento del país.

 

Historia ejemplar

En el marco del evento LEC – Líderes Empresariales del Cambio, también se le entregó el “Premio Especial a la Capacidad de Superación”.

Mujer de oro

El 2019, la Comunidad Internacional de Tratados Comerciales le otorgó el “Premio Internacional Mujer de Oro Líder por Excelencia”, que celebra el esfuerzo, crecimiento y valentía de las emprendedoras.

Empresa líder

El 2018, la Asociación Civil Empresa Peruana del Año reconoció a Magra como compañía del año, por favorecer el éxito de sus clientes, capacitar colaboradores, innovar y respetar el medioambiente.

Clientes agradecidos

En 2019, la Confederación Nacional de Comerciantes (CONACO) le otorgó el premio “Testimonio a la excelencia empresarial”, en mérito a su destacada labor y éxito empresarial.

 

Lo mejor de la región

En 2019, el Instituto Latinoamericano de Calidad, organización privada sin fines de lucro, otorgó a Magra y a Yuly Gambini el premio a “Mejor Presidenta de una Empresa en Latinoamérica”.

 

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