El otro Grau de la Marina

REDACCIÓN CONTENTLAB
8 de octubre, 2024

Se abre la reja de hierro de una casona color verde oscuro frente al Campo de Marte y, al entrar, es inevitable sumergirse en el pasado: pinturas, fotos, objetos de bronce, libros… Todo en esta enorme sala huele a historia.

Como la vieja espada del Gran Almirante y una tarjeta personal enmarcada donde se lee: “A las señoritas Cavero, con afecto”. Años después, una de ellas, Dolores, se convirtió en su esposa. Lo dice su bisnieto, don Fernando Grau Umlauff, de 83 años de edad, descendiente del Héroe de Angamos que también vistió el uniforme de la Marina de Guerra del Perú.

Y si es verdad que los genes transmiten ciertos rasgos de padres a hijos, esa apacible mirada acaso sea la misma con la que el comandante del monitor Huáscar oteó el horizonte durante la Guerra del Pacífico.

Siguiendo la estela
“Un tío, capitán de un petrolero, me llevó a navegar de niño. Fue mi primera experiencia en el mar. A los 15 años, mi padre me preguntó si quería ingresar a la Escuela Naval. Le dije que sí y allí descubrí mi vocación”, recuerda.

Fue una experiencia inolvidable, aunque reconoce que de cadete no logró tener conciencia real de su linaje, hasta que fue parte de la comitiva que trajo los últimos restos del Héroe de Angamos –una astilla de la tibia– desde Chile, en 1958.

“Entendí que llevar el apellido Grau significa una exigencia mayor. De oficial, aprendí mucho sobre la vida de mi bisabuelo, gracias al historiador Armando Nieto”, reflexiona quien proviene del sexto hijo del matrimonio Grau Cavero.

Don Fernando se mantuvo firme por 37 años en la Marina, llegando a alcanzar el grado de contralmirante. El orgullo y la emoción fluyen en este veterano marino, que durante toda su vida se esforzó por mantener en alto los valores que identifican a su bisabuelo, el ‘Caballero de los Mares’, y ha tenido éxito en seguir su ejemplo.

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