Allí viven más de 250 familias en pequeñas casas de calamina y madera rodeadas por pircas. La mayor parte de ellas son personas de otras regiones que llegaron a la capital con la intención de tener un mejor futuro. Y a pesar de todas las carencias, los pobladores —y especialmente las madres— de Cerrito La Libertad unen esfuerzos diariamente para sacar adelante a sus familias. 

Es así que Giovanna Ávila, presidenta de la olla común, junto a varias vecinas, labora para que cerca de 100 personas puedan almorzar por S/ 2.50 cada plato. “El costo de subir las cosas es lo más complicado. Llevamos nuestra leña como hormiguitas. Incluso antes no teníamos agua, pero construimos un pozo grande en la parte baja y desde allí bombeamos agua para toda la asociación”, dice Giovanna con un tono cálido y sincero.

Historia que inspira 

“Mi ángel poderoso” vio la luz en plena pandemia. A la ausencia de servicios básicos se sumó la falta de trabajo y con ello la escasez de alimentos. Varios vecinos empezaron a padecer de COVID-19 y Giovanna sintió que era el momento de poner en marcha una solución que frenara la carencia alimentaria en su comunidad. De hecho, ella tenía experiencia en la organización de una olla común, pues hace varios años fue parte de un comedor popular de Carapongo. Ese motivo la impulsó a alentar a las mujeres del Cerrito La Libertad a organizarse y pedir autorización a la municipalidad para iniciar la olla común. Así, María Lina, Elba, Rocío, Fernandina y Giovanna crearon “Mi ángel poderoso”.  

Al principio la tarea parecía inacabable. No tenían víveres, no recibían ayuda y pensaron que la única salida era cerrar la olla. Sin embargo, más pesaba su compromiso con la comunidad y sus familias. “Comenzamos con la preparación de más de 200 platos al día. Hacíamos ollas enormes de comida, más de 25 kilos de arroz y nunca habíamos cocinado para tantas personas”, expresa Giovanna. Hoy, la olla común alimenta al 50% de ellos, ya que muchos regresaron a trabajar y pueden llevar un plato de comida a su hogar. 

Sin lugar a dudas, “Mi ángel poderoso” es un ejemplo de empeño y buena organización: allí todos cocinan, se turnan, rotan. Algunas hacen las compras, otras recogen leña, pican verduras, preparan. Y si alguna no puede asistir, envía a alguien de reemplazo para cumplir con responsabilidad su labor del día. “A las diez de la mañana ya está listo el almuerzo. Hoy, por ejemplo, preparamos lentejas con ensalada de atún. Mis mamitas han cocinado riquísimo”, dice Giovanna con mucha alegría.

Ejemplo de Constancia

Giovanna llegó a Lima hace más de 20 años para estudiar. Sin embargo, al salir embarazada tuvo que abandonar sus sueños para dedicarse a ser madre y trabajar. Hoy, ella cuenta con mucha emoción que, si bien no pudo culminar sus estudios, sus tres hijos están a puertas de convertirse en profesionales. Luis (25) estudió electrónica industrial en Senati; Jack (23), ingeniería pesquera en la Universidad Nacional Agraria La Molina; y Jairo (20) acaba de ingresar a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos para formarse como ingeniero químico. 

Finalmente, tiene un sueño que espera concretar muy pronto y es convertir “Mi ángel poderoso” en un comedor popular. “Tenemos todo al día para ejecutarlo, estamos aptos. Es una gran salida para tener más apoyo y lograr que más personas sean beneficiadas con nuestra comunidad”, concluye Giovanna. 

Súmate a Ollas que Desarrollan para alimentar un mañana mejor

Ollas que Desarrollan es un proyecto de Alicorp en colaboración con la ONG Juguete Pendiente  que está beneficiando a más de 240 ollas comunes en Lima, Piura, Lambayeque, La Libertad, Arequipa, Apurímac, Cusco, Cajamarca y Huancayo. Este proyecto está facilitando el acceso a alimentos y equipamiento, mientras brinda capacitaciones a sus lideresas en temas como gestión, nutrición o emprendimiento, con el objetivo de fortalecer estas organizaciones y ayudarlas a que sean sostenibles en el tiempo.

Únete a esta iniciativa en ollasquedesarrollan.pe.

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