Si se junta la imaginación de los niños con bloques digitales de colores pueden surgir maravillas: un camión reciclador que recoge la basura de la calle, un simpático oso panda recuperado de la extinción o una moderna sede para el I. E Santa María del Rosario en Villa María del Triunfo. Para los estudiantes no hay códigos difíciles, ni programas complicados, solo momentos de diversión creando. Esa es la magia de la robótica y del esfuerzo de la profesora Sayury Almirón. 

La historia comienza hace 4 años, cuando la docente decidió convertir las horas del curso de computación en una nueva propuesta educativa. “Los alumnos ya tenían dominio sobre tablets y otras plataformas que los profesores desconocíamos, incluso nos hablaban de la Deep web”, recuerda Almirón. 

La profesora Sayury vio ese interés y pensó que la robótica podría satisfacer correctamente esa gran curiosidad. Ella había explorado cursos sobre esta ciencia en la comunidad Educared de Fundación Telefónica. Aprendió sobre circuitos, maquinaria y conexiones, y principios de electricidad. Sentía que toda esta información sería bien recibida por los niños. Diseñó un plan curricular en el que los alumnos no solo aprenderían conceptos de robótica, sino que, jugando con pequeñas piezas, engranajes y poleas, plantearían soluciones a problemáticas cotidianas.

“Al principio no sabía cómo reaccionarían, si los padres o la institución, al ser parroquial, recibirían la propuesta”. Su sorpresa fue grata y grande al ver que toda la comunidad educativa aceptó el curso con emoción. Los niños se divertían diseñando modelos animados, los padres quedaban encantados con lo que ellos aprendían y el colegio reconocía el valor de la propuesta.

Las clases de la profesora Sayury les permitía a los estudiantes integrar diversos conocimientos. En un momento podían estar explorando el funcionamiento de un sistema de poleas y, al siguiente, reflexionando sobre la contaminación ambiental en sus barrios y cómo los diseños que realizaban en el programa Lego Digital Designer podrían ayudar. “La robótica le ha permitido entender a los estudiantes que todo tiene solución”, comenta la profesora.

Asimismo, la robótica acercó a las niñas a nuevos conceptos tecnológicos y a la posibilidad de seguir un camino en las carreras STEM. “Usualmente, muchos chicos ayudan a sus padres a reparar el carro o con instalaciones, las mujeres no siempre tenemos ese acercamiento”. Las clases fueron la oportunidad para que, junto a sus alumnas, comenzarán a reducir esas brechas de género. 

Al desarrollar proyectos electrónicos o el diseño de una pierna robótica para jugar un partido, las niñas comenzaron a cuestionar por qué antes no se les había hablado sobre circuitos y engranajes, o por qué ellas no solían jugar fútbol. “Fue emocionante verlo, más como mujer”, recuerda la profesora.

Hoy, tanto niñas y niños, saben la diferencia entre un engranaje de 8 dientes o una manivela, y saben que con la robótica sus ideas pueden cambiar la realidad. Los alumnos del I.E Santa María del Rosario ya han diseñado un camión de reciclaje que gestione el problema de la acumulación de basura en sus comunidades, pero para ellos, esto es solo el inicio. “Cuando uno se divierte y moviliza sentimientos, lo aprendido queda a través del tiempo”, comenta orgullosa la educadora.