El verano está a la vuelta de la esquina y sus días calurosos son la mejor excusa para refrescarnos. Tener una buena hidratación es fundamental, así evitamos fatigas o descompensaciones producto de las elevadas temperaturas y la pérdida de agua en el cuerpo.

“Tener una alimentación saludable es tan importante como asegurar un nivel óptimo de hidratación. Para ello, a lo largo del día, debemos consumir entre 2 a 2,5 litros de agua y no esperar a sentir sed, pues esto indica algún nivel de deshidratación en nuestro organismo”, señala el nutricionista Edinson Sánchez (CNP 5451), educador en diabetes y obesidad.

Conforme nos acercamos a los meses más calurosos del año, el experto recomienda que incrementemos la cantidad normal que consumimos de líquidos. “Durante el verano, nuestras necesidades hídricas aumentan, debido a que realizamos más actividad física y sudamos más para regular nuestra temperatura corporal”, precisa.

La deshidratación puede causar cansancio, disminución de la concentración, sobreesfuerzo del corazón, alteraciones hepáticas y otros riesgos de daños orgánicos. Por eso, es importante cultivar buenos hábitos de consumo de líquidos desde temprana edad.

“Los niños menores de cinco años y los jóvenes son los más susceptibles de sufrir deshidratación, ya que suelen ser los más activos”, enfatiza Sánchez. Para este grupo de personas es especialmente importante beber agua a lo largo del día y asegurar una ingesta óptima de frutas y verduras. Así, evitarán la deshidratación y podrán prevenir futuros problemas de salud.

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