Aprendizaje autónomo: el gran desafío de la educación remota

Educar de forma remota no solo implica dictar clases a través de una plataforma virtual, teniendo como principal insumo una conexión a Internet. Para los docentes, también supone preparar contenidos, actividades y tareas que resulten atractivos para sus alumnos y que conviertan la experiencia de aprendizaje en un viaje que los mantenga motivados, que los invite a comprometerse con su formación escolar y que les sean útiles para desarrollar su autonomía. 

Ese desafío es el que día a día vienen afrontando los maestros y maestras desde que la educación a distancia se estableció en el Perú como respuesta a la emergencia sanitaria. Para los educadores el camino no ha sido fácil: además de tener que adaptarse sobre la marcha a un nuevo entorno de enseñanza, les ha sido complicado mantener contacto directo con cada estudiante, pues no todos tienen las mismas posibilidades de conectividad. 

Para Juan Cadillo, docente huaracino que en el 2017 fue reconocido como uno de los 50 mejores del mundo por The Global Teacher Prize, autonomía y compromiso son dos aspectos esenciales en el proceso de aprendizaje de los alumnos. El primero está relacionado con cómo ellos son capaces de planificar, regular y decidir sobre sus propios aprendizajes; el segundo alude a la actitud y al grado de involucramiento que los estudiantes ponen en su educación.

“Los problemas de falta de autonomía y compromiso existen desde hace mucho tiempo. En muchos casos, la educación a distancia los ha hecho más evidentes”, afirma Juan. A su criterio, la experiencia peruana con la formación remota ha sido limitada. Bajo el modelo pedagógico tradicional, el maestro es quien programa, planifica, desarrolla, controla y evalúa todo el proceso de enseñanza-aprendizaje. El alumno, por su parte, es quien recibe y memoriza la información, ello dificulta el desarrollo de su autonomía. 

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ESPACIOS PARA INNOVAR
Pese a que se antoja complicado asumir el desafío en las circunstancias actuales, la buena noticia es que siempre hay espacio para propuestas novedosas. Y Juan Cadillo es ducho en el campo de la innovación pedagógica. Por ello, el galardonado profesor sugiere, por ejemplo, que los docentes recurran a ejercicios de mindfulness con sus alumnos antes de empezar una actividad en clase. “Esto ayudará a mejorar su predisposición y sus capacidades de concentración y atención”, refiere. 

Plantearles producir podcasts en grupos de dos o tres también podría ser otra forma de despertar su motivación y de ayudarlos a ser autónomos. Los podcasts pueden abordar contenido académico de su interés y son varias las ventajas que acarrean en un contexto formativo. Una de las más importantes es que estimula el pensamiento crítico y el ingenio de los estudiantes, pues al investigar y recabar información desde diversas fuentes no solo profundizan sus conocimientos sobre el tema escogido, también están en condiciones de cuestionar y debatir con argumentos sobre aquello que están aprendiendo. 

Otras actividades de naturaleza deportiva, artística o musical pueden ser sugeridas por los maestros de las diferentes asignaturas. La idea, según Juan Cadillo, es que cada alumno desempeñe un rol, que tenga una responsabilidad y que a través de ella pueda tomar iniciativas, coordinar con sus compañeros una presentación vía videoconferencia y hasta retarse entre unos y otros para descubrir determinados contenidos de matemáticas, historia, ciencias naturales o inglés. 

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APRENDER A SU RITMO
Para Alonso Mujica, cofundador y CEO de Silabuz, una organización que desarrolla la creatividad y talento digital de niños y jóvenes de escuelas latinoamericanas, el otro gran desafío de la educación a distancia es entender que no todos los estudiantes aprenden de la misma manera. Que existen múltiples estilos de aprendizaje. Por ello, plantea que los docentes deben diseñar estrategias diferenciadas para los diversos perfiles de alumnos que tengan en sus clases.

“No hay recetas únicas que funcionen para todos. Pero recomendaría (1) que no se hagan sesiones sincrónicas largas y expositivas, (2) que se estimule el aprendizaje a través de la gamificación y mediante proyectos, y (3) que no todos tengan que ir al mismo ritmo de avance”, afirma. 

Más que preocuparse en cumplir un temario y poner calificaciones, Mujica refiere que una alternativa novedosa para desarrollar gradualmente la autonomía de los alumnos podría ser el método “aula invertida” (flipped classroom), que se caracteriza por su enfoque individual y por el uso de elementos multimedia que afianzan sus competencias digitales. 

Apoyado en el uso de las TIC, este modelo pedagógico propone dar vuelta al paradigma que la enseñanza tradicional ha establecido durante décadas. Se trata de que los estudiantes dejen de ser espectadores y se conviertan en protagonistas de su experiencia de aprendizaje. ¿Cómo? Participando, preguntando, trabajando en equipo, organizándose y planificándose para realizar proyectos o resolver problemas. Cada uno a su ritmo.