
El potencial del Gas Natural en la reactivación de la economía
En tiempos de cambios, este combustible peruano es una gran opción para lograr ahorro, eficiencia y menor contaminación.
Redacción ContentLab
Agosto 13, 2020
La pandemia del COVID-19 ha golpeado como nunca los sistemas de salud y las economías de gran parte del globo. A pesar de que el Perú estuvo en cuarentena obligatoria por más de cien días, es actualmente el séptimo país con más contagios en el mundo y vive su peor recesión en los últimos cien años, según Clive Ramsey, director de proyectos de APOYO Consultoría.
El contexto que vivimos ha hecho evidentes problemas que arrastramos, como las carencias en salud, la falta de bancarización o las desigualdades sociales. La urgencia obliga a buscar soluciones que habían quedado pendientes, y que hoy podrían ser de gran ayuda. Uno de ellos es la masificación del Gas Natural.
A diario, millones de limeños se ponen mascarilla y protector facial, y se dirigen a sus trabajos utilizando el transporte público. En el trayecto, sin embargo, se suelen generar aglomeraciones que son un posible foco de contagio, debido a que los choferes insisten en sobrepasar la cantidad de pasajeros permitida.

Como explica este especialista, el Gas Natural es una oportunidad para ganar eficiencia y competitividad. Su consumo en transporte ha crecido a menor ritmo que en los hogares —debido a que “no se mantuvo un trabajo sinérgico entre los sectores involucrados”, indica Gamio—, pero la emergencia podría acelerar ese proceso. “A pesar de tener más de 15 años de explotación del Gas Natural, seguimos exportando un recurso más económico y limpio e importando uno más caro y contaminante”, añade, evidenciando las ventajas del Gas Natural sobre el diésel.
Durante los meses de emergencia nacional el Gas Natural siguió llegando a sus usuarios, quienes se beneficiaron con el fraccionamiento general de recibos que realizó Cálidda, la distribuidora de este recurso en Lima y Callao.

AHORRO GARANTIZADO
En el hogar, el consumo de Gas Natural es el más económico que existe, y reduce dos tipos de gasto: el de energía eléctrica, en el uso de la terma y de la secadora de ropa; y el de la compra de balones de GLP para la cocina, porque a diferencia de este combustible, el Gas Natural llega por tuberías -como el agua- y cuenta con un medidor para que solo se pague lo que se consume. Ya hay cerca de un millón de hogares con conexión de Gas Natural. El 60% de ellos accedió a este servicio mediante el subsidio de BonoGas, activo desde 2016 para los hogares de los sectores C, D y E. “Sin este subsidio, el costo de instalación es una barrera para los clientes. Ayudó a la masificación”, señala Martín Mejía, director general de Cálidda. Hoy, este mecanismo está temporalmente suspendido, pues ha entrado en etapa de actualización.
Aunque las proyecciones de construcción de redes y conexiones se redujeron en 50% este 2020, las inversiones de Cálidda continúan. La empresa mantiene su intención de que en seis años el Gas Natural haya cubierto todo Lima y Callao. “Este es un tema situacional. A mediano plazo, nuestros planes no han cambiado”, afirma Mejía.

Por el lado de la gran industria, 650 empresas ya tienen conexión a Gas Natural, con lo que, según Cálidda, han reducido sus gastos en combustible entre 50% a 60%. Cálidda además está reforzando su atención en un sector que es protagonista durante esta pandemia: los mercados de barrio, espacios que han debido adoptar rigurosas medidas de bioseguridad para seguir atendiendo. Martín Gutiérrez, director de la Unidad de Comercios y Grandes Clientes de Cálidda, señala que se está financiando la adecuación de estas áreas para recibir Gas Natural. Así mismo, algunas cadenas de fast foods y restaurantes ya han tomado este camino, ahorrando más de 50% con respecto al GLP o el diésel, mientras que otros están en proceso de conversión. Se suman también centros comerciales de la capital.

NUEVA MOVILIDAD
“En el transporte está la principal batalla por recuperar la calidad del aire”, explica Pedro Gamio. Las mediciones del Ministerio de Ambiente durante el primer mes de la cuarentena mostraron que, sin buses ni automóviles, se evitó la emisión de 460 mil toneladas de CO2. Pero todo volvió a ser como antes cuando los transportistas retomaron su ritmo habitual de trabajo.
Gamio cree que, si bien desde el Estado debió tomarse decisiones sobre este problema durante los meses de cuarentena, todavía no es tarde para hacerlo. El transporte es el principal consumidor de energía del país (45%), por lo que su reforma permitiría dos grandes beneficios: ahorro en combustible y reducción de emisiones contaminantes, que tienen un impacto directo en la salud.
Buscando aportar a esta reforma, Cálidda mantiene reuniones con la Autoridad del Transporte Urbano (ATU), la Municipalidad de Lima y otros actores del sector. “Hay una buena apertura con el gobierno —en el sector de salud y en el transporte— y, conforme hemos avanzado para hacer las cosas rápidas, se ha prestado un mayor interés al trabajo que hacemos”, señala Mejía.
Con la mira puesta en ese futuro, Cálidda ha construido la primera estación de Gas Natural Licuefactado (GNL) del país y espera la norma que regule su comercialización. Con GNL, los camiones de carga y buses interprovinciales podrían lograr una autonomía de hasta 1200 km.
¿Hacia dónde deben dirigirse las nuevas acciones? Pensando en las conexiones domiciliarias, debería volver pronto el subsidio del Bonogas, para que las familias puedan costear el acceso al Gas Natural y con eso reducir sus gastos en energía; así mismo, las municipalidades tendrían que reducir las barreras para que en el desarrollo de nuevos proyectos inmobiliarios se hagan las conexiones internas de este combustible. Para evitar contratiempos, es necesario que el Gas Natural sea considerado un servicio público tan básico como la luz y el agua.
En el transporte, será importante promocionar de manera más clara y continua las facilidades para la conversión de vehículos a GNV con los recursos del Fondo de Inclusión Social Energético (FISE). Además, Pedro Gamio recomienda dar importancia al bono de chatarreo, para sacar de circulación a las unidades viejas y crear un programa de crédito blando para la importación de flotas de buses que usen GNV. Se trata de dos acciones fundamentales para avanzar hacia un transporte más económico y menos contaminante, que deben estar enmarcadas en un objetivo que el ex viceministro de Energía considera de fondo: lograr una política de Estado que tenga un horizonte largo y permanente, sin marchas en reversa
LA ENERGÍA QUE NECESITAMOS

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